Romina Reser

Las culpas son repartidas y trascienden las banderas políticas. El impacto al decir en voz alta "se perdió un año completo de clases en la Provincia de Buenos Aires" es un puñal al corazón del sistema educativo Argentino que supo ser líder en la región. Tres preguntas que se disparan frente a una situación que nos atraviesa como sociedad de cara lo que queremos para el nuevo año, y como país. Tres entrevistados. Y la incertidumbre, ¿alguien resultará ganador en este conflicto?

Mayra Lagano -secretaria gremial de UDO (Unión Docentes de Olavarría)-, Alicia Almada, secretaria general del Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop) y Gastón Marmissolle, Licenciado en Comunicación Social quien realizó su tesis sobre las relaciones de colaboración y disputa entre Gobierno y Sindicatos Docentes responden. Los contenidos no dictados y "no aprendidos" no se recuperan en un contexto semejante, ahora ¿qué significa un año perdido?

M. L. "Esta cifra es impactante, es decir; es alta pensando que en 15 años hemos perdido uno es para ponerse a pensar y nos da la pauta que en la Argentina sea el Gobierno que este de turno, la educación no es prioridad".

A. A. "Dos lecturas: la lucha por el salario y las condiciones laborales con los gobiernos anteriores se dieron en el marco de paritarias nacionales y provinciales donde siempre se le ganaba a la inflación y donde se invirtió fuertemente en infraestructura, programas, cargos y se incluyó una gran cantidad de estudiantes al sistema, se sancionaron leyes importantes (...) Aun así, quedaron grandes problemáticas sin resolver como la deserción escolar.

Con este gobierno se perdió el ámbito paritario, se perdió la institucionalidad del mismo y con ello, la posibilidad de discutir en serio como implementar una política educativa consensuada y hubo una gran estafa electoral, en cuanto al incumplimiento de promesas de jerarquizar la profesión y mejorar la educación pública. Se demonizó a los sindicatos y los docentes fueron atacados a manera de ejemplo de cómo se disciplina a los trabajadores.

Esa es una lectura sobre los paros. La mirada sobre la lucha colectiva que logró por supuesto impedir el cierre de escuelas, llevar del 15 al 30 el porcentaje de aumento, etc. Lo cual demuestra que de brazos cruzados, estaríamos de rodillas.

La otra lectura es el niño sin clases. Día que se pierde no se recupera, es verdad. Ese niño perderá las clases pero también es cierto que si su maestro no lucha por la educación pública, tampoco tendrá escuela, ni libros, ni computadora, ni una mejor merienda, ni su docente se capacitará, tal vez ni pueda pagar las fotocopias, tal vez vendrá agobiado por tomar más horas, etc. Estamos frente a algo muy complejo. Sí su docente no lucha; ¿no perderá igual calidad educativa? ¿Cantidad o calidad? Ojalá ambas cosas.