Cada 16 de septiembre se celebra su día. Antes se conmemoraba su trabajo el tercer jueves de septiembre pero desde hace un tiempo quedó el día de hoy instaurado sin ningún motivo aparente.

Los almacenes están ligados de manera directa a la inmigración, sobre todo a los millones de españoles e italianos que escaparon de la guerra y la miseria de Europa para refugiarse en la Argentina. Fue durante la primera mitad del siglo XX cuando la gran mayoría desembarcó en estas tierras para empezar una nueva vida. El convertirse en almaceneros los ayudó a la integración barrial y ciudadana de forma casi automática.

A pesar de los cambios ocurridos en el rubro de la venta de alimentos y a la proliferación de los grandes comercios, todavía quedan almacenes con largas mesadas y antiguas balanzas donde se respira la historia de estos establecimientos y que siguen estando a disposición full time: de lunes a lunes al servicio del barrio.

Precisamente, una de las características de este negocio en la actualidad (ya sea almacén, supermercado de barrio, autoservicio o polirrubro) es que casi siempre son sus dueños los que están al frente del mostrador.

Almaces en pandemia

El almacén fue uno de los comercios esenciales por lo que el contacto con quienes lo atienden fue permanente en pandemia. Esto se vincula a los datos que difundió el Indec en un informe en el cual se advirtió una fuerte caída en las ventas en supermercados. La baja fue del 8,8 por ciento, entre marzo de 2020 y mismo mes del 2021.

Las razones pueden ser múltiples. La principal es la debacle del poder adquisitivo de las familias en los últimos años. Otra razón es el "efecto pandemia", a partir del cual los almacenes y comercios de cercanía comenzaron a recuperar algo de terreno frente a los grandes hipermercados.

El presidente de la Federación de Almaceneros de la Provincia de Buenos Aires (FABA), Fernando Savore, explicó el fenómeno en medios nacionales: "Esta maldita pandemia de alguna manera volvió a poner en valor a los comercios de cercanía. Por un lado, al estar ajustadas de dinero, las familias están dejando de hacer compras mensuales o quincenales y se vuelcan más a la compra semanal o diaria, que se hace en los comercios barriales", apuntó.

"Por otro lado, volvió a tener relevancia la confianza en el vendedor de barrio, que te conoce. Las principales marcas han elevado demasiado los precios y eso hace que las personas busquen a las mal llamadas ‘segundas marcas’, que son productos de pymes locales. Pero no las conoce y no se quiere arriesgar. Ahí, entra el comerciante barrial, que te recomienda un producto pyme, que sale mucho más barato, y si le gusta, lo sigue comprando. Además, la gente tiene miedo de contagiarse y no tiene interés en meterse en un súper", relató.