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El 55 por ciento de los argentinos apoya la democracia este año, tres puntos menos que dos años atrás y veinte por debajo de las épocas en las cuales la gran mayoría de la población era fervorosamente democrática. Por si fuera poco, hay un 35 por ciento de personas que están insatisfechas con la democracia y nada menos que el 75 por ciento cree que no se gobierna para todo el pueblo sino "para grupos poderosos en su propio beneficio".

Eso datos surgen del informe de la Fundación Latinobarómetro dado a conocer el jueves sobre el estudio realizado durante la primera parte de la pandemia en los países latinoamericanos, con la excepción de la Argentina, donde por la restricciones sanitarias las encuestas se realizaron en forma virtual durante el otoño de 2021.

A pesar de que es bajo el apoyo al sistema democrático en nuestro país se está de todos modos sobre la media latinoamericana, donde ya más de la mitad de la gente, el 49 por ciento, dejó de creer que la democracia es la mejor forma de gobierno posible.

Latinobarómetro hace 25 años que viene relevando los países latinoamericanos y su relación con la democracia por lo que se ha convertido en una referencia ineludible a la hora de analizar los avatares de la política en la región y el actual estudio tiene una particular importancia para la Argentina, inmersa en un proceso electoral donde los dirigentes políticos en general se vieron sorprendidos en general por los resultados de las primarias.

Las conclusiones de los cientistas de Latinobarómetro son contundentes: en todos los países latinoamericanos se verifica un fracaso de las élites que va más allá de las diferencias entre los distintos países y un reclamo común: terminar con las marcadas desigualdades que convierten a América latina en la región más injusta de la Tierra.

En el documento se señala que "todas las elecciones en pandemia presentan la oportunidad para los votantes le pasen la factura a los gobernantes, parlamentarios, alcaldes y autoridades, como ya ha sucedido en Bolivia, Chile, Perú, México y Argentina".

En ese sentido se agrega que "la democracia en América Latina cuenta cada día más con votantes que se toman el derecho a ser soberanos por encima de lo establecido, sin pedir permiso, de tal manera que lo más probable es que lo que veamos en elecciones futuras no será más de lo mismo del pasado, sino todo lo contrario, resultados inesperados y completamente desconocidos para el establishment que se pegará más de una palmada en la frente en lo que resta de 2021".

En el trabajo se apela al colombiano Gabriel García Márquez al concluir que el latinoamericano le ha dicho adiós al Macondo encerrado en una selva para entrar "al mundo globalizado con una sola meta, lograr ser como aquellos que están en la pantalla de su Smartphone".

Si el panorama se observa complicado en la Argentina hay países donde la situación es peor: "El año 2019 terminó con protestas importantes en Chile, Colombia y Ecuador producto de las desigualdades, discriminaciones y pobreza, así como del estancamiento de la economía. En Ecuador esto lleva finalmente a la alternancia en el poder en la elección presidencial cuando gana la derecha. En Chile conduce a la derrota del gobierno en las elecciones de constituyentes para la Convención que redacta la cueva Constitución. En Colombia las protestas continúan en pandemia. En Perú lleva a una alternancia radical que produce un cambio brusco, haciendo desaparecer 16 partidos políticos entre ellos todos los que habían gobernado en los últimos años".

Para Latinobarómetro no es que las democracias estén en peligro "son los estados los que están en peligro. Falta estado, falta institución, lo que lleva a la falta de democracia, sumado a la debilidad de las elites, el problema no es principalmente la falla de la democracia, sino esta es más bien su consecuencia. Este es un buen ejemplo para mostrar que cuando se señala la debilidad o posible amenaza que pesa sobre las democracias latinoamericanas, muchas veces se está en verdad hablando del Estado y sus debilidades. Sin estado no puede haber república ni democracia. Cuando el Estado esta cooptado por una elite, y su institucionalidad es débil, no es posible que funcione la democracia".

También se indica que "en realidad, la pandemia no ha producido cambios abruptos en el posicionamiento de los países respecto del apoyo a la democracia. Aquellos que históricamente han sido débiles, persisten en esta condición, al igual que aquellos más sólidos, que mantienen ese apoyo. Las excepciones están aquí descritas. Es equivocado afirmar que el estado de las democracias tiene algo que ver con la pandemia, es más bien al revés, el impacto que la pandemia ha tenido en los países se explica por la calidad (grados de debilidad) de los Estados, de las repúblicas, y finalmente también de sus democracias. La pandemia ha sido una brutal radiografía de la ausencia de servicios de salud adecuados fuera de los centros de poder, las capitales de los países".

Según los analistas de Latinobarómetro, la caída en el apoyo al sistema democrático se demuestra en que dos de los 18 países abarcados en el estudio, Venezuela y Nicaragua dejaron de ser democracias y se transformaron en autocracias.

En la Argentina apenas el 14 por ciento de los ciudadanos manifestaron ser indiferentes al régimen de gobierno que tenga el país, uno de los niveles más bajos del subcontinente. En cambio, en Honduras al 42 por ciento no le importa el sistema que impere en su país mientras que en Brasil llegan al 38 por ciento.

A veces se ha tratado de explicar el apoyo a la democracia y el rechazo a gobiernos autoritarios que siguen mostrando los argentinos en los actos terribles de la última dictadura militar, pero en otros países que han sufrido tragedias parecidas no parece ocurrir lo mismo.

En toda la región son minoría los que podrían llegar a apoyar un gobierno autoritario, llegando a un máximo del 24 por ciento en Paraguay. En la Argentina llegan al 13 por ciento y en Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro no es democrático para Latinobarómetro sólo el 7 por ciento declara que apoyaría a un gobierno autocrático.

La Argentina está a la cabeza entre los países cuyos ciudadanos creen que la democracia está en problemas en su patria.

Nada menos que el 60 por ciento de los argentinos consultados declararon que en su país la democracia tiene grandes problemas mientras que en Uruguay, donde más conformes están con el sistema sólo el 19 por ciento opina lo mismo.

Otro dato importante es que apenas el 5 por ciento de los argentinos cree que hay justicia en la distribución de la riqueza: "se observa el mismo patrón de que los países más sólidos en apoyo a la democracia tienen las mayores quejas en cuanto a la injusticia en la distribución de la riqueza: Argentina y Chile con sólo 5%, que percibe justa la distribución de la riqueza, en contraste con los países con más dificultades democráticas como El Salvador, donde el 40% cree que ésta es justa. Estos datos resultan contraintuitivos, pero reflejan también las quejas más duras a las democracias que funcionan mejor, las que explican también el malestar en esas sociedades".

En cuanto al acceso a la educación, el 53 por ciento de los argentinos cree que es injusto el acceso a este servicio mientras que el 58 por ciento opina lo mismo del acceso a la salud. Y nada menos que el 80 por ciento está convencido de que es injusto muy injusto el acceso a la justicia.

La confianza de los argentinos en los partidos políticos apenas llega al 11 por ciento, lo que está en sintonía con la mayoría de las naciones de la región, con la excepción de Uruguay, donde el 33 por ciento confía en ellos.

En el informe se señala que "la atomización del sistema de partidos, el surgimiento de un sinnúmero de movimientos y fracciones de partidos, es uno de los síntomas más evidentes de la crisis de la política y de representación. Esto remonta a la crítica a las elites y su liderazgo y es un buen indicador del fracaso de las elites que han conducido los gobiernos en la última década donde cae a la mitad la aprobación de gobierno".