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Promediando esta pesadilla, en septiembre de 2020, Astrid Wagner (científica titular del Instituto de Filosofía IFS-CSIC y miembro del Berlin Center for Knowledge Research) pensaba la pandemia como la oportunidad para ejercer un periodismo responsable de cara a la sociedad; como un freno ante el avance de la posverdad y en fomento de una práctica deliberativa que transmita a los ciudadanos valores cívicos y epistémicos.

Llegará el ansiado día que este mismo periodismo sea el encargado de difundir que la Organización Mundial de la Salud "ha declarado el fin de la pandemia". Inmediatamente será tiempo del balance, de una mirada retrospectiva, y cada uno ensayará una evaluación de su conducta humana y su comportamiento profesional ante esta tragedia humanitaria que no reconocía antecedentes desde la gripe española, en 1918.

No todos podrán decir que estuvieron a tono con estos postulados de Astrid Wagner; que su mensaje no estuvo contaminado por cuestiones ajenas al virus.

En Olavarría, a lo largo de este año y medio, nadie podrá poner en duda la labor de los profesionales de los medios, que en su enorme mayoría coincidieron con aquellas premisas expuestas en el trabajo de Wagner, y otra que los conminaba a constituirse en un puente entre ciencia, la política y la sociedad.

Tres jóvenes, reconocidos y talentosos representantes del oficio son Josefina Bargas, Alexis Grierson y Martín Rodríguez. Los tres son egresados de la Facultad de Ciencias Sociales de la Unicén.

Cuando aún están más cerca del comienzo que del fin de sus carreras, se vieron expuestos a un desafío profesional inesperado e inédito.

"Este proceso se puede dividir en dos etapas: en la primera fuimos todos a hacer home office. Fue muy particular el vivir casi como protagonistas una experiencia tan única. Teníamos la posibilidad de salir a la calle, recorrer y estar también expuestos" recordó Alexis Grierson.

"Por un lado vivimos de cerca la pandemia por ser esenciales, y al mismo tiempo había que manejarse con mucho cuidado, sobre todo por los temores e incertidumbre que había en esos momentos. Después empezamos a entender cómo vivir, de qué modo tratar la información, exponernos y cuidarnos al mismos tiempo" agregó.

Alexis, entre las contradicciones de la profesión por la pandemia, opinó que "se han visto muchas carencias del periodismo, pero también se han potenciado muchas virtudes. La importancia de informar en este contexto era fundamental y el periodismo debía entender eso. Es su esencia, después algunos informaron y otros desinformaron".

"Creo que, en líneas generales, se cumplió bastante bien. El periodismo local se ha comportado de modo ejemplar cuando me refiero a calidad periodística" acotó.

La relación con la muerte también fue distinta para Alexis a partir de esta pandemia. "Entendimos que anda siempre cerca. En una ciudad como esta todos conocemos a alguien que perdió a un familiar, e informar la muerte del padre, de la madre de un amigo o una amiga es algo complicado" apuntó.

"Hubo debates muy fuertes acerca de la privacidad del paciente; ese fue uno de los grandes desafíos profesionales y se cumplió con creces. Me acuerdo que en el primer caso por poco se pedía el linchamiento del vecino contagiado. En ese sentido hubo un muy buen trabajo, con una muy buena mano del Estado" destacó Alexis.

Pocos parangones hay en la historia del periodismo moderno de una agenda marcada tan fuertemente por un tema, como lo es el coronavirus desde comienzos del año pasado.

"No recuerdo temas que hayan abarcado tanto espacio como esta pandemia. Es tan enorme el flujo de información todos los días que nosotros debimos generar una sección especial en nuestro medio" dijo.

"¿Si mi vida personal cambió? Completamente. Entré a la pandemia trabajando en un lugar y en una situación de mi vida y salgo con el afianzamiento de la relación, con un hijo e integrando un proyecto periodístico nuevo. A mí la pandemia me movilizó a no posponer más proyectos, ideas y pasos que antes uno no se animaba a dar por un montón de cosas" reflexionó.

Ayer se vacunó su pareja, Yesica, y en un par de días Alexis recibirá el pinchazo aliviador en uno de sus músculos deltoides.

Cada día a las 5 de la mañana, cuando Martín Rodríguez sale de su casa rumbo a Radio Olavarría, en ese feedback tan particular que tienen los trabajadores radiofónicos con sus oyentes sabe que deberá afrontar desde las 6 todo tipo de demandas sobre la pandemia.

"Noté cierto cambio entre lo que fue el primer año y lo que va de éste en cuanto a la demanda de la audiencia. En 2020 nos pedían información certera ante un Estado que estaba generando mucha información, y a veces confusa" recordó.

"Nos convertimos realmente en un servicio, más allá de tener que estar todo el tiempo desmintiendo información que circulaba por redes sociales, que no se verificaba".

"No sé si todos tenemos adentro un enano periodista, pero parece que a la gente le llega un WhatsApp y enseguida se lo tiene que sacar de encima, y mandárselo a todo el mundo sin siquiera chequear. Creo que el año pasado y éste nuestra principal competencia fue eso, y tratamos de poner un poquito de orden ante el desorden comunicacional y de normas que había" reportó.

Martín cuestionó que en la pandemia "cierto sector del periodismo se ha creído con autoridad para opinar sobre ciertos temas que le quedan muy lejos. No es que no pueda opinar libremente en mi espacio, todo lo contrario, pero trato de separar el dato de la opinión".

"Fue bastante bravo encontrarse con que el tan mentado sentido común, en la gente, les ganaba a las decisiones estatales. Fue muy difícil explicar algunas cosas, ya ahí tuvimos otro punto en el que tratar de educar a la audiencia y decirle ‘son decisiones de política sanitaria que se toman más allá de lo que podamos opinar’. Después aparecía la cuestión de la política partidaria metiéndose en el medio y se embarraba todo" indicó.

Como dato curioso (y preocupante), reveló que "en este año y medio que llevamos de pandemia, nunca tuve que exponer mi condición de esencial. Jamás me pararon en un control".

Martín se desenvolvió en 2020 "haciendo aire" desde su casa.

"Eso se puede cumplir solamente cuando hay un equipo de laburo. Yo trabajaba a 60 cuadras de donde estaba el operador técnico y eso no era fácil sin conocimiento y sin una estructura. Es horrendo laburar así" resaltó.

Para fines de año volvió a trabajar en los estudios.

Fue a pasar las fiestas con su familia en Juan N. Fernández y regresó con dolor de garganta. Dos hisopados y cinco días aislado terminaron siendo una falsa alarma.

"Afortunadamente ahora puedo trabajar en exteriores. Pero en un momento, como formábamos parte del personal esencial, salíamos sólo para hacer las compras y cubrir las conferencias de prensa nocturnas del Intendente, cuando se parada la Ciudad para saber cómo iba a seguir la cosa. Nada más. En esos momentos, Olavarría era una ciudad fantasma" rememoró.

En cuanto a esta agenda por momento monotemática, Martín Rodríguez dio una particular descripción: "Es un sistema solar de temas, porque está el coronavirus que es un gran tema, a partir de ahí se disparan un montón de temáticas anexas. La pandemia también puso a un costado muchas cuestiones que se tendrían que haber abordado de otro modo. Ha sido algo impresionante".

En lo humano y personal, la distancia inexpugnable durante el período más cerrado de la cuarentena culminó con una relación de 4 años.

Y a la distancia también, Martín hoy respira tranquilo con sus padres vacunados en Tandil y Juan N. Fernández, sin haber tenido tocados por este maldito virus en el núcleo familiar.

También, él siente como un paraguas protector ahora que ha recibido la primera dosis de la vacuna anti COVID.

Josefina Bargas incursionó en los cambios laborales, hogareños, sanitarios y culturales que empuja esta pandemia.

"Con mi novio organizamos la forma de comprar cosas, salir la menor cantidad de veces posible, empezamos a mirar los lugares de la casa con otros ojos. Incluso pensar en lugares especiales para trabajar y no molestarnos entre nosotros. Después, redujimos contactos y salidas" narró.

"El coronavirus va determinando la agenda, la vida, las formas. Es muy loco lo que está pasando. No me veo viajando como antes sin asegurarme previamente las condiciones sanitarias; no me veo recibiendo gente en mi casa sin atender la cuestión sanitaria antes, y lo mismo para el trabajo" anticipó.

Por supuesto, se refirió a un quiebre cultural arrastrado por este virus.

"Ahora nos parece una locura compartir un mate, como ir a un recital o estar apretados en un boliche. Creo que es súper positivo que en la redacción del Diario ninguno nos contagiamos entre nosotros, y eso refleja el respeto y la valoración por el compañero" evaluó.

"Dudo qué va a pasar con el mate cuando se termine esto. Hasta fines del año pasado extrañaba esa ceremonia de juntarse, charlar y tomar unos mates. Ya no, y ahora no sé si lo podría volver a hacer, porque además no sólo no nos contagiamos de coronavirus, sino que no nos resfriamos tanto, no nos engripamos tanto. Es cultural, pero está también la parte sanitaria a tener en cuenta, y ahora vemos la importancia de la salud por encima de costumbres, acciones, relaciones" observó.

Al tiempo de volcar un producto sobre el teclado, Josefina aseguró que "la forma de afrontar el periodismo tuvo muchos, muchos cambios".

"En principio reducir al mínimo las entrevistas personales y también las notas de recorrida, porque elijo cuidarme y seguir las medidas de prevención. Creo que desde marzo del año pasado de esas notas que salíamos a los comercios a preguntar distintas cosas hice dos como máximo" contó Josefina.

Reconoció que pandemia enriqueció su vocabulario y su bagaje sanitario: "En 2019 no tenía idea de lo que era una comorbilidad, un hisopado y así con otras cosas. Hubo que aprender y eso también es un cambio en los contenidos. Fue como hacer un curso acelerado de periodismo científico".

"Y todas las responsabilidades que uno sabe conlleva informar de cuestiones sanitarias. Qué cosas que pueden decir, qué cosas no; qué cosas hay que preguntar; chequear y a veces recontra chequear antes de publicar algo. No dejarse llevar por la histeria de la gente, como esa vez que pretendieron prenderle fuego la casa al primero que se contagió" advirtió.

En tal sentido, Josefina mencionó que "uno tiene que estar muy atento a no ser absorvido por esa marea de locura y violencia que se va generando y resistir los cuestionamientos cuando a veces uno también es acusado, por ejemplo de ocultar información. Es un gran ejercicio que hay que sostenerlo siempre".

"La pandemia valorizó el rol del periodismo como nexo y como llevador de la información. Una información que a veces puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Por un lado de una importancia tremenda, y de una responsabilidad impresionante" subrayó.

Por otro lado, analizó que la COVID "no sólo copó la agenda informativa, sino que copó la forma de trabajo. Ahora para hacer una cobertura hay que pensar cómo se hace, quién la hace, a qué distancia hay que estar, cuántas personas van a estar en ese lugar. ¿Voy a cubrir un acto donde hay 50 personas en pocos metros? A mí se me cambió la cabeza en esos términos".

Josefina y su pareja atravesaron por esta enfermedad y ahora ambos están vacunados. "Soy consciente de que me puedo volver a enfermar, pero la vacuna es la tranquilidad de saber que no va a ser grave y que no la voy a pasar mal. Igual, el mayor alivio fue cuando se vacunó mi mamá" celebró.