"A priori, esta causa puede parecer frívola, pero sin dudas es súper interesante: está de moda hacernos cargo de nuestro cuerpo", cuenta la socióloga, culturalista y socia fundadora de Punctum Paula Magariños, a un diario capitalino.

"Esta tendencia significó que se pongan de moda las marcas del poder femenino: me banco las canas, mi cuerpo, etcétera. La moda está mostrando tendencias sociales y culturales de gran profundidad", agrega la especialista en metodología de la investigación social y enfoque de género.

Como muchas veces sucede, la moda es un reflejo de la sociedad, por lo que esta tendencia converge, según señala Magariños, con otras dos, todas vinculadas entre sí. "Una, externa a la cuestión de género, que permite una mayor libertad estilística, una mayor posibilidad de explorar los propios gustos y construir tu persona de acuerdo a tu momento, no con gustos que permanecen estáticos sino que convergen en elecciones de coyuntura, de un momento de nuestra vida", cuenta la socióloga.

Y otro de los ejes es la tan en boga necesidad de despatriarcar, "una tendencia a salir del lugar convencional de las mujeres como subordinadas, que está hablando también de hacernos cargo de nuestro cuerpo, con autonomía y soberanía", explica la especialista.

Es cierto que hay prejuicios que arrastramos desde siempre. De hecho, según un estudio realizado por la firma Pantene cuando lanzó su campaña ''El poder de las canas'' en España, el 70% de las consultadas dijo que "lucir canas nos hace parecer mayores, envejecidas, desaliñadas y/o descuidadas". Pero, ¿qué pasa cuando pensamos en un hombre con canas o con todo el pelo blanco? Ellos son "interesantes, atractivos o sexis". Vamos a que según esto George Clooney o Richard Gere serían el paradigma del ''sex appeal'' y Jane Fonda, quien apareció luciendo por primera vez sus canas en público, en la última ceremonia de los Oscar, es poco menos que una anciana desaliñada. Por fortuna, esos argumentos obsoletos comienzan, lentamente, a ceder.