Su casa es sinónimo de solidaridad, por lo que genera y por lo convocante. Desde las mochilas solidarias o los gestos de familias que han perdido a sus hijos y han donado sus juguetes hasta recaudar fondos para comprar chapas y techar lo que será el futuro salón barrial.

Hay pìbes que guarda en la memoria como aquel que "se lo pasaba en casa, jugaba al fútbol y llegó a quedar en River y Argentinos Juniors pero la droga lo perdió. Cayó preso. Hoy está libre y tiene una familia. Tiene 32 años pero una adolescencia perdida...", dice, con sabor agridulce.

Otra anécdota para agendar surgió durante un encuentro en el Parque Eseverri. "Venían a buscar chicos para becarlos del Club Embajadores. Me becaron tres pero solo uno siguió yendo y parece que por varios años. Luego jugó en Racing y Estudiantes. Me lo encontré después de algunos años y me lo recordó, al decir ´si vos me conseguiste la beca´". Ni me acordaba. Hoy ese chico esta estudiando profesorado de Educación Física", expresa con orgullo.

"Lourdes nunca salió campeón pero nunca los lleve a los encuentros para que ganaran. Yo no sé nada de fútbol. Los llevo porque ellos me eligen. Les llevo tortas fritas, mate o mate cocido y vamos a disfrutar. Si ganamos o perdemos no importa", describe con energía contagiosa Miriam Ayalef.

Hace unos 15 años recorrían los barrios. Iban a El Progreso, 12 de Octubre, Eucaliptus, Isaura, El Provincial, "por todos lados andaba con mis muchachitos. Los llevaba al cine, al Teatro municipal, a ver a Gabriel Antonio en Walmart".

"Todas esas historias me hicieron seguir y así fueron pasando los años. Deje de hacer comedor porque se me complico. Pero mi casa es como el lugar de encuentro y si alguno necesita un plato de comida viene y si hay compartimos", cierra con entereza admirable esta líder barrial que lleva 20 años batallando para que su pequeño mundo sea menos desigual.