La consultora PG Economics Limited dio a conocer la semana pasada el informe anual sobre los impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados (GM) en el mundo durante 1996-2012. El estudio abarca los 17 años desde que los cultivos GM se plantaron para su comercialización, poniendo el foco en los efectos resultantes del cambio en el uso de insecticidas y herbicidas.

El análisis revela que las variedades modificadas genéticamente permitieron en estos años una producción adicional de 231 millones de toneladas de maíz, 122 millones de toneladas de soja, 18,2 millones de toneladas de fibra de algodón y 6,6 millones de toneladas de colza.

Según Graham Brookes, director del PG Economics y coautor del trabajo, "en 17 años de adopción generalizada, los cultivos GM permitieron prácticas agrícolas más amigables con el medio ambiente, al tiempo que proporcionaron una clara mejora de la productividad y los ingresos". Además, agregó que "la mitad de las ganancias de los ingresos agrícolas, la mayoría de los beneficios ambientales asociados con los cambios en el uso de pesticidas y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero se produjeron en los países en desarrollo".

Citamos a continuación algunas de las conclusiones del informe: los cultivos GM permitieron reducir las liberaciones de gases de efecto invernadero derivados de las prácticas agrícolas. En 2012, la reducción fue equivalente a 27.000 millones de kilogramos de dióxido de carbono.

La biotecnología agraria redujo el uso de pesticidas entre 1996 y 2012 en 503 millones de kilogramos (-8,8%).

Como efecto derivado se redujo el impacto ambiental asociado al uso de fitosanitarios en un 18,7%.

La tecnología Bt permitió en 17 años que los agricultores de maíz con esta característica incrementaran sus rendimientos en un 10,4% y en el caso del algodón en un 16,1%. La tolerancia a herbicidas también permitió un significativo aumento de los rendimientos para los agricultores.

Los cultivos transgénicos posibilitó a los agricultores cultivar más y sin el uso de tierras adicionales. Si las variedades GM no hubieran estado disponibles en 2012, para mantener la producción conseguida habrían sido necesarias plantaciones adicionales de 4,9 millones de hectáreas de soja; 6,9 millones de hectáreas de maíz; 3,1 millones de hectáreas de algodón; y 0,2 millones de hectáreas de colza.

Los mayores aumentos de rendimiento fueron obtenidos por los agricultores en los países en desarrollo, muchos de los cuales son de escasos recursos y con campos de pequeñas parcelas de tierra.

Los ingresos adicionales gracias a estos cultivos fueron en estos 17 años de 116.600 millones dólares, divididos en partes iguales entre países en vías desarrollo y desarrollados.

DIB