Brasil, día 25. Cuando se lo cuente a Douglas Maiki, se va a agrandar el pibe. Desde aquella tarde del 8 de junio que nos encontramos perdidos en el patio del paseo de compradas "Viva Brasil" decía que no había motivo para alarmarse, que íbamos a pasar una buena Copa del Mundo por la hospitalidad de los brasileños y la calidad de la organización.

Este día martes día fue más movido de lo aconsejable para cualquier cuerpo; salimos el lunes a las 23.15 desde Belo Horizonte, llegamos a San Pablo 8 horas y media más tarde. El viaje en micro estuvo más que sacudido.

Decir enorme es poco para esta ciudad, con una terminal de ómnibus a tono. Pero encontramos a dos brasileños, uno con la camiseta verde amarelha y el otro con la de Messi, y en más o menos media hora llegamos al impresionante Corinthians Arena, después de varias estaciones de Metro y un transbordo.

Pasamos un rato con Darío en el playón y cuando entré me encontré con Alessandro Del Piero, saco café con leche, pantalón chupín arriba de los tobillos y zapatillas negras.

"Possiamo parlare; sono aryentino" ("podemos hablar, soy argentino") le dije. "Doppo, doppo" (después, después), me respondió. Me hizo perder media el tipo hora esperándolo y se escapó silbando bajito.

Subí apurado al "teatro" por las escaleras de mármol y cuando saqué la notebook para empezar a anotar algunas cosas me di cuenta de que no tenía el mouse. Y en el apuro, escribir y tocar el ratón de la compu es medio incómodo.

Pasó todo lo que pasó (pero todo), volví casi tres horas después a mi pupitre en el centro de prensa y ahí estaba el ratón; en el mismo lugar que lo había dejado. Puse la notebook sobre la mesa, me disponía a empezar a terminar el comentario y me percaté de que no estaban los anteojos.

Subí corriendo por esas escaleras de mármol que llevan hasta el palco de prensa para buscar los "oculos" (anteojos). Sin ellos, el trabajo se complica, y ahí estaban, al lado de una botellita de agua y otra de guaraná que me habían dado las chicas voluntarias.

Impecable todo. Como decía Douglas Maiki...