Daniel Lovano / dlovanoelpopular.com.ar

Llegaron tarde en la madrugada, por eso el encuentro se demoró un par de horas. Estaba previsto para las 12.30 y en cuestión de minutos alrededor de las 14, todas esperaban en su hábitat natural, el Parque Carlos Guerrero, con una pelota tricolor viajando de mano en mano y una gran ausente: la Copa que viajó desde Chapadmalal y tendrá su lugar privilegiado en el majestuoso "museo" de la sede.

Donata Zucchiatti (líbero), Abril Manzur (armadora) Delfina Adorno (punta), Tammy Fernández (opuesta), Candelaria Viera (central), Yelena Merlos (central), Carmín Fernández (punta), Paloma Routaboul (punta), Isabella Boccagni (opuesta), Guadalupe Erripa (armadora) y Matilde Mattaini (opuesta) posaron para la foto antes de afrontar una cosa desconocida: hablar frente a un grabador, alrededor de una mesa, y contar esta hazaña de Estudiantes en la Copa Argentina Sub 13.

Para romper el hielo, ellas mismas apuntaron a la capitana y a la mejor de todas. "No entra más felicidad en mi cuerpo. Estoy viviendo algo increíble. Fue una experiencia única, que no se va a repetir, y la disfrutamos a más no poder. No sólo todo el trayecto, sino también en la final. Pasamos una semana de puro voley y de risas, adentro y afuera de la cancha" dijo Carmín Fernández, siempre con una sonrisa tímida detrás de sus palabras.

Paloma Routaboul es la distinta. Los dicen sus entrenadores, lo saben sus compañeras. Segura, desinhibida; la rompe dentro de la cancha, pero frente al grabador es como si tuviese a Facundo Conte del otro lado de la red. Aunque se fue soltando. "Me siento muy orgullosa porque dejamos todo, no nos guardamos nada y en la final le pudimos ganar a Mar Chiquita, que es nuestro gran rival, nuestro clásico" resumió la MVP del torneo

Para Matilde Mattaini, que venía de jugar torneos escolares, fue su primera experiencia con el grupo. "No tuve muchos minutos, pero es hermoso sentirse parte de este equipo que ganó la Copa Argentina, y disfrutar del juego de ellas desde afuera" celebró.

Yelena Merlos forma parte de las 5 que jugaron dos Copas en otras tantas semanas seguidas, primero la Sub 15 y después la Sub 13. "Lo que sentí cuando ganamos el último punto con Mar Chiquita es inexplicable, y además jugamos una gran final, pero el mejor rendimiento fue contra Trebolense, porque ellas tienen una historia grande en estos torneos, y ahí definimos el pase a la semifinal" aclaró.

Tammy Fernández, con una voz tenue, como con vergüenza, reveló que tras ese golpe sobre la mesa, "nos preguntaban como habíamos salido contra Trebolense, les decíamos 3-0 y nadie podía creerlo. En realidad, antes del partido muchos pensaban que ese iba a ser el resultado, pero al revés".

"Ninguna de nosotros pensaba que íbamos llegar a la final. Cuando nos enteramos de que estaba Trebolense en la zona de la Copa de Oro parecía imposible. Es un gran equipo, con muy buenas jugadoras. Al ganarles muchas pensamos ''ya está, ahora somos campeonas''. Fue una inyección de confianza" agregó Yelena Merlos, que se llama como Isinbayeva, pero entre las compañeras casi nadie pronuncia su nombre como el de la genial garrochista rusa.

"Tenían a la mejor jugadora del torneo" intentó explicar con extrema humildad -y mayor timidez aún- Paloma Routaboul. Justo Paloma... Y alguien le contestó: "No, la mejor jugadora del torneo la tenía Estudiantes. Al menos eso salió en el diario del sábado".

Risas, carcajadas y definitiva distensión para un grupo de niñas frente a la experiencia inédita de estar ante un grabador. A partir de ahí se sintieron como en cualquier recreo del martes que viene, contando y respondiendo sobre esta experiencia y esta actuación de fábula, para la nota y para la intimidad.

A propósito. Casi la mitad de este grupo (Routaboul, Merlos, Erripa, Boccagni y Fernández) estuvo dos semanas alejado de las aulas, entre la Copa Sub 15 y la Sub 13. "La más complicada soy yo, que tengo 10 integradoras y debo hacer 10 trabajos. Me exigen mucho" reveló Yelena, que cursa en la Escuela "Jorge Luis Borges" del Barrio Bancario.

Carmín tampoco pudo pisar la Normal en buena parte del mes. "Estoy complicada con matemática" confesó. Todas comentaron que llevaron los apuntes, todas coincidieron que ninguna los tocó, menos una... "Chicas, ustedes tienen claro que mientras todas dormían, yo estaba escribiendo los resúmenes" espetó Matilde.

Guadalupe Erripa, la encargada de armar juego para las demás, dijo que -casi en un recorrido ideal- Estudiantes transitó el torneo de menor a mayor: "Las actuaciones más flojas fueron las primeras. Contra El Tala de Rosario, por ejemplo, perdíamos 2-0 y terminamos ganando 3-2. Las volvimos a enfrentar en las semifinales y les ganamos 3-0. Siempre nos pasa lo mismo".

Y en la cima del rendimiento, justo la tarde-noche de la definición, el marco superó todo. "Fue muy raro jugar la final de una Copa Argentina contra Mar Chiquita, porque contra ellas habíamos jugado también la final de Buenos Aires, pero ahora era en un gimnasio lleno, tanta gente gritando, nuestros padres, el streaming, los nervios" subrayó Yelena.

Pintaba bien para Estudiantes, con una ventaja 14-10 y 17-14, y un fallo arbitral derrumbó todo. Hasta el ánimo de la mejor: Paloma Routaboul. "Al final partido lloramos todas, pero de alegría. Cuando terminó el primer set entramos muy mal al descanso, porque se nos había escapado de las manos, y Paloma no pudo más y se puso a llorar. Por suerte Memo le habló mucho y lo pudo superar enseguida" contó Tammy.

Esas lágrimas que reaparecieron en el contrapunto final entre "Palo" y Carmín. La propuesta fue que la crack definiera su rol, y la capitana hablara del peso de la mejor jugadora en el equipo campeón. Carmín se quebró, y recién al final de la charla superó el nudo en la garganta para explicar que ese llanto era porque "además de ser la mejor jugadora, la más valiosa, ''Palo'' es mi amiga".

Paloma no logró escapar de su timidez... tampoco de su humildad. "No sé que decir, me sentí muy contenta, muy orgullosa. Sé que dejé todo. Me sorprendió cuando dijeron mi nombre como jugadora más valiosa, porque pensé que se lo iban a dar a la chica de Trebolense".

Pero claro, ellas no lo hicieron solas. Guillermo Ducuing como entrenador y Mauricio Correge como jefe de equipo las llevaron de la mano, desde el primer día en la escuelita de iniciación, hasta la final de la Copa Argentina. 

Lo dijo una, asintieron todas, bien podría ser la síntesis de un pensamiento colectivo: "Los queremos un montón, porque además de que Memo es un gran entrenador y gran director técnico adentro de la cancha, es como un padre para las doce. Mauri (Correge) también. Son confidentes afuera de la cancha; les contamos todo, nos ayudan, nos entienden. Fueron un gran respaldo para levantarnos a todas, e hicieron lo que debían hacer cuando el grupo parecía dividirse entre las que estaban de antes y las que llegaron nuevas".

"En los viajes son nuestros papás y nosotras somos hermanas que aprendimos a convivir todas juntas" cerró una de ellas desde una de las puntas de la mesa.