El día que se casó por civil fue a la fiesta, estuvo hasta las dos de la tarde, participó del brindis a las apuradas, agarró el bolso y se fue concentrar con la selección de Olavarría que estaba por definir con Tandil el último Regional Centro de selecciones, que se hizo en el verano del 97.

Ese amor, esa responsabilidad, esa pasión, esa profesionalidad, esa "locura" por la pelota concentran la carrera futbolística de Gustavo Guevara, que le sigue haciendo pito catalán al almanaque y con 42años, en los últimos días, firmó para seguir un campeonato más (otro), ahora con la camiseta de Sierra Chica.

Aunque nunca había jugado, con Sierra siempre le unió una relación especial, a partir de la panadería familiar. "Hay una amistad de años con el Toro (Juan Domingo Marinangeli), y ahora con los sobrinos. Iba a jugar el Torneo del Interior y no se dio, ahora me llamó la Mona (Juan Carlos Giménez), mi hermano me empujó y como no pierdo las ganas arreglamos todo enseguida" contó uno de los principales referentes del mejor Huracán de Tres Arroyos de toda la historia.

"Sierra Chica es una buena excusa para no terminar de despedirse" bromeó y agregó que "estaba viendo otra cosa, pero al final no se dio, entonces opté por seguir jugando". Esa "otra cosa" era sumarse al cuerpo técnico de las divisiones inferiores de Racing.

"Uno ve al club como está hoy, que no está bien por más que digan que está bien, y me gustaría dar una mano. Pero acá el que habla, el que reclama, el que dice la verdad, pasa por kilombero. Siempre pierde el jugador. Pero el club siempre queda, los dirigentes pasan y yo no pierdo la esperanza de volver algún" dijo.

Un poco en broma, un poco en serio, habló del retiro. "El año que viene seguro que cuelgo los botines" prometió, aunque aclaró que "cuando uno empieza a jugar se motiva más. Me gusta mucho ir a entrenar todos los días, estar al lado de gente que ama al fútbol. Es un deporte tan lindo, que cuesta dejarlo".

Aquella historia del día de su casamiento ocurrió antes de que Gustavo empezara a disfrutar del fútbol como profesión, a partir de Huracán de Tres Arroyos. "Mi familia siempre fue fundamental; cuando me casé estaba muy lejos de todo lo que después viví en Huracán, pero yo siempre creí que iba a llegar. Siempre anhelé jugar en la B Nacional o en Primera División, y lo conseguí. No hay secretos; hay que cuidarse, entrenarse, hacer las cosas bien, ir de acá para allá, aunque a veces uno se frustra, hasta encontrar el lugar justo en el momento indicado" reflexionó.

Aunque siempre aparece una nueva oportunidad para demorar el final, Gustavo ya la tiene pensada. "Creo que el año que viene voy a hacer un partido despedida. Voy a invitar a todos mis ex compañeros, y sueño que traer para ese día a todos los que jugaron conmigo; a Rodrigo Palacio, Lotártaro, Estévez".

Al juego con reglas le queda poco tiempo, al fútbol no. "Me ilusiona que cada pibe que crece al lado de uno pueda llegar a Primera División. A unos se les dará, a otros no, pero con constancia, con trabajo, con responsabilidad, con estar en el lugar justo en el momento indicado cualquier puede llegar" cerró.

Su carrera es el mejor respaldo para estas palabras.