Fotos: Carlos Ramírez

Desde enfrente apenas algunas señas particulares denotaban el paso del tiempo: canas de más, cabellera de menos, arrugas que no estaban hace un poco más de una década, pero los lugares, la atmósfera y los personajes eran casi los mismos, salvo una ausencia más presente que nunca en este tramo final del camino de retorno albinegro hacia los primeros planos del básquetbol argentino.

El Maxi tenía preparado el cotillón como para una fiesta y los invitados empezaron a llegar desde bien temprano. Pasadas las 20.30 ya se veía la procesión de la multitud hacia el Parque Carlos Guerrero, que después gozó, sufrió, alentó, se silenció y al final estalló con esta sufrida, apretada, tensa victoria sobre Ferro Carril Oeste 64-53, que le dio a Estudiantes el quinto juego de la serie y el pasaporte para jugar la final de la Zona Sur del Torneo Federal de Básquetbol.

El rival será su bestia negra de la temporada pasada, Hispano Americano de Río Gallegos, con una diferencia para nada sutil: arrancarán sábado/lunes en Olavarría, seguirán sábado y lunes siguientes en la capital de la provincia de Santa Cruz y (de ser necesario un quinto juego) volverán para resolver en el Maxi.

Como llevado por la energía que bajaba desde las tribunas hacia la cancha, Estudiantes empezó con todo, asfixió a Ferro con un notable Abeiro, en dos minutos sacó una diferencia de 7-0, demoró casi cuatro minutos en permitir el primer tiro de frente a su aro.

Parecía la reiteración del segundo partido de la serie. Pero era otro el contexto, también los nervios y la presión. Era ganar, porque no había mañana.

Ferro reaccionó por la puntería y la velocidad de Alvarez en la transición, la muñeca de Gianluca Pellegrino (hijo de Jorge Vicente, el tremendo goleador mendocino de Caballito en la década del 80) y propuso hasta que le dieron las piernas un partido parejo.

La paridad se mantuvo hasta el descanso largo, al que Ferro se fue con una mínima ventaja (25-24), con un cierre muy impreciso, un show de pérdidas, que en los últimos 4 minutos sólo vio un punto de Ferro Carril Oeste.

En la reanudación Estudiantes le tiró sobre la mesa el mejor recambio, su mejor condición física, una defensa formidable y el Maxi ingresó en un éxtasis colectivo. Una participación protagónica en ese lapso de Abeiro y Tantos permitieron la primera escapada (39-29, a 4m30s para el final).

Un par de aciertos de Juan Ignacio Mateo desde lejos parecieron romper definitivamente el partido. Estudiantes se fue 45-31, con 2m 28s para entrar en el último cuarto. Por Ferro apenas daba la cara el pibe Pellegrino (once de los doce puntos de su equipo en el segmento).

Sensación de cosa juzgada... Sólo eso. Cuando todo era euforia, malas decisiones de Estudiantes, la puntería de Pellegrino, algún esporádico acierto de Piuma pusieron las cosas 48-43 con muchísimo aún por jugar (7m 31s).

Fue el último gran susto. Después fue todo fiesta, y lo mejor de la historia es que -parece- no será la última.