El hospital Sheikh Ragheb en Nabatieh, tras los bombardeos de este sábado, se convirtió en el escenario donde familiares de diez sirios muertos en un reciente bombardeo israelí, despidieron a sus seres queridos tras un brutal ataque, que se produjo en el área de Wadi al Kafur, y que -entre las víctimas- provocó la muerte de una madre y sus dos hijos.

El ataque alcanzó lo que se describió como una «fábrica de bloques de concreto» en una zona industrial. Las víctimas, según informes, eran refugiados y empleados sirios. Omar Al Shahud, un empleado de la fábrica, señaló que los fallecidos “no tenían nada que ver con la guerra… vinieron aquí para ganar su vida”

El propietario de la fábrica, Hussein Tahmaz, insistió en que el sitio era “100% civil” y que el edificio bombardeado, un anexo de una nave industrial de dos plantas, albergaba al conserje, su familia y los trabajadores. “Aquí solíamos aparcar y cargar nuestras mercancías”, explicó mientras mostraba los restos de un camión rojo.