"Adquirieron más ganas de emprender el camino de la lectura. Están más motivados, interesados", argumenta otra de las educadoras.

A su vez, una de las abuelas, Liliana, cuenta que "al dar a conocer el título del cuento los niños se anticipan y se involucran, me dan noticias sobre el ratón Pérez y sobre su propia dentición. Además comentan que en las vacaciones muy pocos pueden ir a lugares donde hay nieve. La lectura capta su interés y atención, siguen el desarrollo del cuento en silencio demostrando entusiasmo y sorpresa. Sufren junto con el personaje principal cuando el muñeco de nieve se derrite de noche junto a la estufa, sacan sus conclusiones y todos quieren expresarlas".

Para la abuela Emma, que concurre a un Hogar, "estos niños que fueron abandonados por sus padres muestran a pesar de todo gran interés por la lectura de cuentos. Para mí es una gran emoción compartir con estos niños los textos que fueron eligiendo: Ricitos de oro, La bella y la bestia, Los renos y los canguros".

En todos los casos, las abuelas se dedican a lo mismo: acompañar a grupos de niños a lo largo de los años, proveyéndoles lecturas de calidad por lo menos una vez por semana. Por eso, para ser voluntaria (o voluntario) se requiere leer mucho para: a) saber seleccionar qué es lo que van a leer; b) elegir el mejor lugar donde ejercer el rol y no abandonarlo; c) persistir en la actividad tanto como se pueda, para que no sea una actividad errática; d) gustar de la compañía de los niños, respetar sus opiniones sobre los textos y amarlos mucho.