Los 40 chicos que cursan primero y segundo año de la educación primaria en la Escuela Nº 60 -al igual que los de todos los establecimientos dependientes de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires- "inauguraron" este ciclo lectivo la Unidad Pedagógica de dos años de duración pautada en la Resolución 81/13 de la cartera educativa, destinada a "sostener la continuidad de las prácticas de enseñanza con el fin de garantizar los aprendizajes definidos en el Diseño Curricular vigente".

Karina Fernández y Natalia Ceniceros, las docentes de uno y otro curso, también tuvieron que modificar sus roles y estrategias. Ambas explican hoy, con el primer tramo del ciclo cumplido satisfactoriamente, que la Unidad Pedagógica es "un espacio de construcción inicial que no recae en un solo año, sino que consiste en que todo lo que el nene trabajó en primero se complejiza en segundo", pero siempre teniendo como prioridad el respeto a las trayectorias educativas de los chicos.

Que el primer año de la primaria no se repite ya estaba establecido en las normativas oficiales, aun cuando existen progenitores que solicitaban explícitamente esta posibilidad a los maestros, desconociendo tal vez el conflicto que genera el fracaso escolar. Aquí, sin embargo, esa regla se solidifica e incluye la posibilidad de que el alumno sea acompañado en el proceso de aprendizaje de manera más personal, a partir del trabajo en bloque.

Lo cierto es que, a diferencia de lo que ha ocurrido tradicionalmente, actualmente Karina y Natalia asumen la responsabilidad de diferentes áreas: Ciencias Sociales y Matemáticas para una y Prácticas del Lenguaje y Ciencias Naturales para la otra. Así surgió del consenso logrado con el equipo directivo de la entidad a fines del año pasado, cuando fueron capacitadas para este cambio y, con las pautas ya incorporadas, debieron explicar ante los padres -a través de una presentación de Power Point- cuáles eran los objetivos y la finalidad de este bloque alfabetizador.

Ambas planifican la tarea en conjunto y aun con sus propias áreas, comparten las horas institucionales, destinadas en estos días al proyecto del cancionero. De esta manera, claro, "las dos estamos atentas a las necesidades que tiene cada alumno y confluimos en el apoyo a determinadas cuestiones", además de cederse tiempo entre ambas en caso de ser necesario.

"Trabajar en bloque no es sencillo, lleva un tiempo, tanto para nosotras como para los chicos, porque ellos están todos juntos en un salón y tienen que empezar a compartir, mientras que en nuestro caso, debemos adaptarnos a la diversidad que hay adentro del aula", asumen a dúo, sabiendo que a esta altura del año, los chicos ya naturalizaron el sistema, se han ido agrupando por su cuenta y los más grandes ayudan a los novatos.

¿Si las docentes se sienten satisfechas con lo logrado hasta aquí? "Nos ha resultado muy positivo -indica Karina-. Y creo que ciertas áreas, como la Matemática, se favoreció. Es que en el primer año, se termina priorizando la alfabetización, la lectoescritura por sobre los números. Ahora, en cambio, se respeta más el horario de cada área". Natalia, a su turno, refiere que "el secreto es el diálogo, la buena relación entre nosotras. Somos distintas pero trabajamos igual, porque consensuamos y nos enriquecemos con la mirada de una y de otra. Eso, más allá de que no estamos solas, porque el equipo directivo nos acompaña en el trabajo de evaluación de los alumnos que, hoy en día no requiere sólo ni exclusivamente del docente".