Los diferentes escenarios de referencia abordan la electrificación de la demanda (la energía eléctrica es posible de obtenerse de energías limpias como la solar o éolica), el uso de biocombustibles en el transporte, y la producción y uso de hidrógeno, con el mismo fin. ¿De qué se trata este último? "El hidrógeno es un elemento disponible en el agua junto con el oxígeno, que si es separado y luego vuelto a unir, genera mucha energía", explicó la ingeniera Keesler.

"Lo difícil es obtenerlo. Pero, por ejemplo, si tenés energía eólica en un momento en el que no la precisás, pero se genera porque sopla el viento, podés utilizarla para obtener hidrógeno. Lo bueno que tiene es que sí se puede almacenar y trasladar. Y una vez que hacés la reacción de unirlo con oxígeno para obtener la energía, lo que te queda es agua, no tenés emisiones ni contaminantes", sostuvo.

Mucho más fácil que almacenar rayos de sol y ráfagas de viento. De hecho, esta tecnología ya está desarrollada en autos, con puntos de recarga en Japón, Alemania, y Estados Unidos, principalmente.

Para los escenarios que plantean la electrificación de la demanda, y la producción de hidrógeno los resultados obtenidos muestran que la potencia total instalada debería incrementarse entre 50 y 60 veces para 2050 con respecto a la existente, considerando además que la potencia instalada deberá ser 100% renovable.

En el caso de los biocombustibles, el escenario es un poco más complicado, porque debería aumentarse un 740% la superficie sembrada con cultivos destinados a esta producción, que sería casi toda la capacidad de siembra total del país. Lo que en principio no dejaría lugar para la agricultura, por un lado, y por otro significaría más desmonte y menos superficies destinadas a bosques nativos o cultivados, imprescindibles para el ambiente. (Punto FIO)