"Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra", declaró el papa en un inédito acto en el Vaticano por la paz en Medio Oriente.

"Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones", afirmó el papa al término del histórico encuentro en los jardines del Vaticano.

El papa Francisco junto al presidente israelí Shimon Peres y al líder palestino Mahmud Abas, con el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, llegaron a bordo de un pequeño bus a los jardines de la Casina Pío IV, no muy lejos del Museo Vaticano, donde se celebró la ceremonia.

Una meditación musical interpretada por una orquesta en vivo dio inicio al acto, que se celebró en un lugar neutral, al aire libre y sin símbolos religiosos.

Antes de iniciar el acto, Francisco recibió primero al presidente a Peres y luego al líder palestino Mahmud Abas en su sencilla residencia privada dentro del Vaticano, la Casa Santa Marta.

Peres y Abas se saludaron allí en forma calurosa en presencia del papa, quien no escondió su rostro de satisfacción. Los dos habían llegado al Vaticano en forma separada y con quince minutos de diferencia, según el minucioso programa establecido con anterioridad.

En la mañana, ante los miles de fieles que asistieron al ángelus en la plaza de San Pedro, el papa agradeció a todos los que han rezado por el encuentro entre Peres y Abas, desatando fuertes ovaciones. "La oración lo puede todo" escribió la víspera el papa en Twitter.

El acto, que incluyó oraciones y meditaciones en hebreo, inglés y árabe, así como cortas piezas musicales, fue particularmente sobrio y conmovedor.

El líder palestino Abas calificó de "valiente" la iniciativa del papa tras considerar que "el sueño de alcanzar la paz no debe morir", aun si "desgraciadamente el poder ejecutivo en Israel está ahora en manos de opositores a los acuerdos" de paz, aseguró en una entrevista al diario La Repubblica.

Por su parte, el presidente Peres, de 90 años, quien termina su mandato en julio, recalcó poco antes de viajar a Roma que el nuevo gobierno palestino nace con "una contradicción", ya que "no se puede cohabitar en un mismo Estado con un sector a favor del terrorismo y otro contrario".

El papa argentino, cuya popularidad crece entre católicos, judíos y musulmanes, lanzó de forma inesperada durante su viaje en mayo a Tierra Santa esta audaz iniciativa con el deseo de acercar a israelíes y palestinos, particularmente distanciados tras el fracaso en abril de las negociaciones de paz.

"Será como una pausa de la política para contemplar el conflicto israelí-palestino desde lo alto", explicó el custodio de Tierra Santa, el franciscano Pierbattista Pizzaballa.

El religioso recalcó que no se trata de una "oración interreligiosa" y que cada uno reza según su confesión para invocar la paz.

Cada momento del encuentro fue estudiado minuciosamente para evitar que el acto sea instrumentalizado por alguna de las partes.

Francisco explicó a la prensa que sería "una locura" que el Vaticano hiciera propuestas de paz o mediara en las negociaciones, por lo que no se esperan frutos inmediatos del encuentro de 60 minutos. Se trata sobre todo de un gesto simbólico para defender e invocar la paz.

El jefe de la Iglesia católica desea mostrar con hechos que las tres religiones monoteístas -cristiana, judía y musulmana- además de tener raíces comunes pueden trabajar juntas por la paz.

Peres --que llegó a Roma el domingo por la mañana-- fue el primero en acudir al Vaticano. Un cuarto de hora más tarde lo hizo Abas. Los dos líderes viajaron acompañados por delegaciones de entre 15 y 20 personas, entre ellas representantes de las religiones presentes en ambos países.

Entre los invitados a la ceremonia figuran el rabino Abraham Skorka y el profesor musulmán Omar Abboud, argentinos, amigos de Francisco, quienes lo acompañaron durante su visita a Jerusalén.

El encuentro público se cerró con un "gesto común de paz": los tres se darán la mano y luego plantarán juntos un olivo, símbolo de la paz.

AFP