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En el pasado está el origen de quienes somos. Nos da forma, nos moldea imperceptiblemente y cuando uno menos lo espera se hace ver en el presente. Es cierto que en el fondo no somos mas que las consecuencias de nuestros actos. O de los actos de los otros. Pero lo concreto es que sin ese pasado no hay conformación posible del presente. Ni del futuro. El pasado, como un boomerang, regresa siempre para decirnos quiénes somos. Y nosotros esperamos que no nos haga tanto daño.

La vida de Nuria parece trastornarse de a poco. Un trabajo con el cual no termina de sentirse a gusto, un jefe intenso, una relación que no termina de cerrar. A todo eso se le suma la tensión constante que existe con su madre y con su hermano. Nuria siente que ha llegado a un momento de su vida donde se siente estancada. Aunque no sabe aún cómo salir de la situación en la que se encuentra. Sus amigos tratan de comprenderla, la incitan a que se mueva de su posición pero Nuria parece estar atascada. La única constante en su vida son las avispas que dibuja en cada papel que pasa por sus manos. Con casco, manejando un bus, a simplemente con anteojos negros. Avispas. Siempre avispas. Un insecto que la fascina y teme en partes iguales.

Pero cuando parece que nada va a cambiar su jefe le comunica que van a prescindir de sus servicios y luego recibe un llamado. Su tío le comunica que su padre está internado en grave estado en Terapia Intensiva. Todos los recuerdos llegan a su cabeza de golpe. Su padre llevándola en los hombros, jugando en el agua, paseando de su mano, la última noche que lo vio. Todo pasó hace muchísimos años. Nuria comienza a reconstruir aquel pasado juntos con la intención de rescatar no solo la figura de su padre sino también aquella niña que fue. Hay demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, aunque en el fondo Nuria sabe que el único camino es saber qué fue de la vida de ese hombre que yace en la cama de un hospital.

"Temporada de avispas", que ganó el Premio Tusquets de Novela 2019, es un relato profundo, sensible, conmovedora. Un relato acerca de la memoria y la identidad. Elisa Ferrer escribe con una sencillez apabullante, interesada en lo que sienten sus personajes, con una simpleza que redunda en una novela de una belleza tremenda.