Entre los primeros se destacan estrés hídrico, nutricional y térmico. Con respecto a los bióticos, sobresalen las enfermedades de origen fúngico (hongos). Una de las más persistentes es la provocada por los carbones, "hongos patógenos que se caracterizan por producir una masa pulverulenta de esporas de color oscuro en diversos órganos de las plantas", según aclara la ingeniera agrónoma Marta Astiz Gassó, del Instituto Fitotécnico Santa Catalina (Llavallol, provincia de Buenos Aires), dependiente de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (FCAyF) de la UNLP.

Astiz Gassó le dijo a TRANQUERA que el carbón cubierto o hediondo del trigo es "producido por el hongo del género Tilletia. Esta enfermedad se manifiesta en la espiga afectando a los granos y transformando a la semilla en un grano carbonudo que transfiere mal olor a la harina".

"La enfermedad -prosiguió- se caracteriza por ser transmitida por semilla y la persistencia de las esporas del hongo en el suelo es de alrededor de 10 años". Para controlarla, "es necesario realizar aplicaciones de agroquímicos para evitar la transmisión del patógeno a la planta ya que el problema puede adquirir cierta magnitud si no se tiene en cuenta ciertos parámetros como productos con escasa eficacia y efectividad sobre el patógeno cuando son usados en las semillas, defectos en los métodos de aplicación cuando se tratan las semillas y la difusión de cultivares de trigo susceptibles o poco tolerantes al carbón cubierto".

Asegura Astiz Gassó que "el método más efectivo para el manejo de las enfermedades es conocer la tolerancia o resistencia genética del germoplasma para luego ser incorporados en los programas de mejoramiento genético en los cultivos como estrategia del manejo integrado de enfermedades".

Las primeras investigaciones sobre esta problemática se iniciaron en el Instituto Fitotécnico Santa Catalina en la década del ''60. "De los resultados de estos trabajos se determinó que Tilletia laevis es la especie que se encuentra más difundida en la región triguera. Las investigaciones fueron conducidas para comprobar si en el germoplasma de trigos argentinos existía tolerancia o resistencia" al carbón.

Para los estudios "se usaron cultivares procedentes de la colección de trigo del Instituto de Genética ''Ewald A. Favret'' (Igeaf) del INTA Castelar y de diferentes criaderos. El material de carbón utilizado en las infecciones fue recolectado en 24 localidades del área triguera. Y los experimentos se realizaron en el Campo Experimental del Instituto Fitotécnico de Santa Catalina durante 10 años. De esta forma se pudo identificar la presencia de cinco razas fisiológicas del carbón cubierto con diferentes grados de virulencia".

"En la actualidad", dijo Astiz Gassó, el carbón se considera "un patógeno secundario", pero "puede causar severas epifítias e importantes pérdidas económicas". Y es que "a pesar de existir fuentes de resistencia, la mayoría de los cultivares difundidos en Argentina poseen diversos grados de susceptibilidad" a la enfermedad.

"El control más importante de este patógeno en la actualidad", finaliza la ingeniera agrónoma, "es utilizar metodologías preventivas, que consisten en estimar la cantidad de esporas del carbón presente en la semilla previo al curado de semilla, para que se justifique o no la aplicación de agroquímicos".

DIB