La pedofilia existe desde los orígenes de la humanidad, y es aplicable tanto en hombres como en mujeres, aunque se observa más acentuado y potenciado en los hombres.

No existen excepciones social , ya que puede presentarse en tanto en clases económicas de población bajas como altas, ni tampoco tiene que ver con los colores de piel, ni los con las distintas creencias religiosas y espirituales, es decir, está latente en el ser humano en un enfoque más abarcativo.

El perfil del hombre potencialmente pedófilo puede ser, intrafamiliar o extrafamiliar, vecino, amigo, gente relacionada con cualquier sector social (sin distinción de nivel de educación, o ideas religiosas o políticas), todos, para no ser redundantes.

Siempre hay un dejo de extrañeza en esas personas y aquí, aunque no sea muy científico, tenemos que echar vuelo a la intuición e imaginación debidamente tamizada y siempre estar atentos a las actitudes y aptitudes de los niños, sobre todo a cambios significativos en el carácter y en los comportamientos, que depende de las edades. La pedofilia ya no se considera como se lo pensaba antiguamente, referida al hombre de campo con tendencia al aislamiento, o al del pueblo también con la misma caracteristica, sino vinculada a las personas llamativamente sociables y cariñosas, quienes toman a las relaciones con los niños como algo objetal, con formas de besar, acariciar o seducir sugestivas. No hay que hacer de esto una paranoia, y nunca cometamos el error de aplicarlo a la interrelación entre los niños. Seamos cuidadosos, no mezclemos fantasmas de los padres, docentes  profesionales, y ya que lamentablemente los proyectamos en los chicos.

En este sentido puede ser peor el supuesto remedio que la maldita degeneradez de los adultos, aplicado en un concepto arcaico de la psiquiatría.

Las mujeres como los hombres, pero en un sentido más encubierto y solapado, con más influencia psicológica en las víctimas, son detectables y descubiertas después de muchos años y se da en algunos encuentros de terapia; en el peor de los casos se va con la vida de la misma víctima.

En la actualidad está presente en todos los estamentos sociales en nuestro país y gran parte del mundo.

Manejemos la situación con prudencia y tacto, en el caso de las víctimas, y con todo el rigor de nuestro conocimiento si cabe la posibilidad de modificación del victimario, para que no vuelva a repetirse, porque no olvidemos el ciclo "víctima - victimario", que sería algo así como aplicar una ley taliónica.

¿Cómo sería la profilaxis de esta problemática?

Debería comenzarse con una educación sexual o de sexualidad desde el nacimiento, hasta llegar a la autonomía de el o la joven. No pensemos y dependamos que la educación sea de afuera, a lo que llamaríamos instrucción, que es distinta a la educación, que tiene peso, solidez, permanencia en el tiempo y es el mejor antídoto que pueden tener las personas para evitar sorpresas.

 Dr. Daniel Fanesi