Claudia Rafael

crafael@elpopular.com.ar

"Muchachos, me ofrecieron una chica para festejar". La frase, en boca del hincha con camiseta nacional, lo ubica ficcionalmente en un lugar de soledad. Ningún otro lo acompaña en el spot oficial y las miradas se le clavan hasta penetrarlo y dejarlo en un sitial de profunda incomodidad. Entre goles, euforias colectivas y un fervor que logra unidades que en breve dejarán asomar sus grietas se lanzó la campaña "Juegue a favor de la vida. Denuncie la trata de personas". Un punto de partida clave para meter una cuña de enorme peso cultural en un ámbito en el que el machismo, el consumo y la trata para explotación sexual conforman un cóctel de consecuencias consabidas. Más de 600.000 turistas coparon Brasil para participar de la Copa del Mundo, un país que suele ser destino turístico sexual para muchos. Con esa certeza, es que se lanzó el spot del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación que plantea que "en los grandes eventos deportivos, miles de mujeres y niñas son captadas para ser sometidas a explotación sexual. No manches la camiseta".

Las campañas -indica la web oficial- apuntan a "evitar la cooptación y concientizar a eventuales clientes/prostituyentes". Sobre todo, teniendo en cuenta que la cercanía geográfica con la sede mundialista favoreció la participación de argentinos.

Esta vez la campaña estuvo centrada exclusivamente en el fútbol pero esta tímida intervención en ese mundo que entremezcla deporte y trata debería ir mucho más allá. Hay disciplinas que fogonean la utilización de la mujer como objeto en donde -Olavarría lo sabe muy bien- el automovilismo tiene mucha experiencia. Cada evento de TC ha estado acompañado de bellas mujeres lookeadas con calzas y ropas ajustadas contratadas como promotoras por las firmas que respaldan a los corredores. Que son elevadas a su vez a la categoría más absoluta de la cosificación a través de las imágenes que constituyen parte indispensable de las coberturas periodísticas. Que significan una suerte de colorido trofeo que simplemente es visto como picardía.

Hay, además, aceitadísimas redes que utilizan el circuito del TC como las rutas para la trata de personas.

Hace menos de un mes, se detectó -mientras se investigaba en Entre Ríos el robo de un celular- una organización santafesina de tráfico de personas para explotación sexual que hacía anclaje en los autódromos.

Y en enero de 2013, en el límite entre Córdoba y San Luis, la policía detuvo a un hombre, a bordo de un Ford Escort, con ocho mujeres a bordo, en el marco del circuito del TC.

Sin embargo, no son temáticas que formen parte del abanico de intereses sociales ni gubernamentales a la hora de prepararse para la concreción de una carrera de TC. En esas instancias, la gran preocupación se vincula a las ganancias que para hospedajes, restaurantes, empresas de transporte, supermercados y hasta almacencitos de barrio instalados en las cercanías del autódromo podrá significar la llegada de miles de espectadores.

El deporte masivo suele ser una oportunidad que los tratantes explotan al máximo y del que sacan un rédito económico muy elevado. En el medio se juegan -más allá de un partido de fútbol o de una carrera automovilística- historias de vida. "No compres sexo. Ella puede ser Marita", dice uno de los eslóganes promovidos por la Red internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina. Un nombre, entre miles, ocultado en el contexto de la euforia colectiva y que, simplemente, simboliza la violencia de género en una de sus expresiones más feroces y crueles.