Cacho Fernández

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Fue una semana en la que los temas fuertes se desarrollaron en el escenario nacional, puntualmente, el parlamentario y judicial.

El Senado, polémica de por medio entre Cristina Kirchner y Miguel Angel Pichetto, terminó aprobando por unanimidad los allanamientos a la ex presidenta y abre un panorama incierto e inquietante porque por ahora serán solo tres inmuebles pero eso no implica que la Justicia vaya por más y allane todas sus propiedades. Y ahí radicó la resistencia a la medida.

Fiel a su estilo, Cristina repartió acusaciones y descalificaciones fundamentalmente contra el peronismo federal. Pudieron más sus emociones que su inteligencia racional y política y acabó profundizando su brecha con el resto del peronismo que intentará ahora hundirla más para quitarla del medio y generar un escenario que permita construir un candidato alternativo dentro del menú del peronismo no K.

Cristina les espetó una verdad, que nadie mide el caudal de votos que puede juntar ella. Seguramente es así, pero cayó como una ruptura y como una manifestación de poder y de soberbia, características muy propias de ella.

El peronismo federal se debate en la impotencia de no poder contrarrestar ese caudal electoral cautivo, alineado absolutamente y a la vez irreductible, pero que no crece más allá del número registrado que hoy por hoy llega al 21 por ciento de intención de voto.

Tiene un techo inamovible y no logra por ello incrementar su performance fuera de sus propios votantes. Y así no se gana una elección presidencial.

Cristina se vio obligada a defenderse, algo que odia profundamente, se sintió acorralada y entonces atacó. Trató de traidores al resto del peronismo y pretendió con ello inhibir cualquier acción.

Pichetto le respondió con la displicencia de quien ya ha matado mentalmente al contrincante. Lo hizo con absoluta impunidad y frialdad, pero con absoluta contundencia. El rionegrino se desmarcó rápidamente de la ex presidenta y le habló como quien habla con un extraño, y además molesto. Como si no le quedara otra alternativa que hacerlo. Es más, le llegó a decir lo que muchos piensan: le pidió que no se victimice o que no utilice la victimización como una forma desesperada y definitiva de preservar el poder. "No se haga problemas, va a poder ser candidata a presidenta", le disparó con indecible ironía.

Causa y consecuencia

La sesión del Senado marcó algo que ya estaba más que claro: que el peronismo ya está definitivamente roto y que Unidad Ciudadana ya no pertenece más al viejo movimiento creado por Perón. ¿Será quizás en el futuro un partido más que irá menguando con el tiempo como tantos otros de la misma tonalidad político-ideológica?

Unidad Ciudadana nació desde el poder y dependerá de éste para preservarse y crecer, caso contrario irá languideciendo hasta acabar siendo un espacio meramente testimonial.

Los cristinistas irán migrando progresivamente hacia el Partido Justicialista porque será la única representación política que les garantizará ser parte de un gobierno. Esa mutación no demorará mucho tiempo y comenzará a gestarse después de 2019, cuando la fragmentación ya sea visible e inevitable. Cristina lo hizo.

En vez de buscar la unidad con el peronismo en las últimas elecciones, con humildad y racionalidad política, decidió lo contrario, formar su propio partido, ir por fuera del PJ y humillarlo ante la gente demostrándole un poder superior pero notablemente efímero.

Cristina lo hizo. Fue el factotum de esta última división del movimiento. Primero se salió de eje doctrinario y creó una suerte de corporativismo con una fuerza de choque obediente y rentada para garantizarse una capacidad de acción previsible pero heterodoxa puesto que ya no fueron ni los gremios ni otra cosa sino una agrupación como La Cámpora, generada y alimentada con los fondos públicos.

Ahora, el peronismo histórico o tradicional tendrá la dura misión de reorganizarse y reunificarse luego del tsunami del cristinismo que sólo dejó un porcentaje de los votos orientado sólo a Cristina y a nadie más, y no a un modelo conceptual sino a una persona y a una manera de ejercer el poder. Para los errores y la corrupción está el fanatismo y su poder ocultador.

Mientras tanto, el Gobierno sigue apostando a la mano invisible del modelo liberal y a la teoría del derrame del desarrollismo del siglo veintiuno.

Preocupado por la macroeconomía, deja que la micro siga haciendo estragos entre los sectores de ingresos fijos con los tarifazos, paritarias por debajo de la inflación con pérdidas de poder adquisitivo realmente irritantes de los salarios, y una marketinización de la política que prioriza el triunfo electoral por sobre la derrota o reducción de la pobreza. Sobre ello, según el mismo estudio de Ricardo Rouvier y Asociados, el 40 al 45 por ciento de los encuestados califica como mala o muy mala la gestión del Presidente.

Así, contrariando el apotegma de Duhalde, entre la corrupción, la ineptitud y la insensibilidad, Argentina parece más un país condenado al fracaso que al éxito como suele decir el caudillo de Lomas de Zamora.

Valicenti candidato

El fenómeno Cristina sigue dividiendo al peronismo pese a que hoy muestra solamente una intención de voto del 21 por ciento.

La gente de Unidad Ciudadana local habría medido a Federico Aguilera confirmando una vez más que el concejal no puede llegar a los dos dígitos. El resultado los habría hecho pensar en lanzar al diputado César Valicenti en la carrera por el Municipio, algo que también llegó a conjeturar el ex secretario de Estado, Alberto Lestelle. "No tienen otra figura", aseguran algunos observadores políticos, aunque ello no signifique que el legislador provincial cuente con algunas posibilidades contra dos tanques como lo podrían ser el propio Intendente o José Eseverri.

A ambos los sigue distanciando unos 7 u 8 puntos, con una rareza: que mientras Mauricio Macri pierde puntos a nivel nacional, Galli mantiene los suyos a nivel distrital.

Esto contradice lo que hace nos días expresó el concejal del eseverrismo, Eduardo Rodríguez al decir que "el que desfinancia al Municipio es el modelo nacional y no la oposición local". Aunque no parece ejercer un rol de contralor sobre lo prometido y lo realizado, quizás por encontrarse demasiado atomizada.

Fuera del conflicto con los municipales, la gestión de Ezequiel transcurre casi normalmente. De todos modos, con la última propuesta parece haber recuperado la iniciativa y ha logrado que la mirada de la gente se pose sobre el gremio y en la respuesta que tarda en llegar.

Un gremialista al Municipio

La agrupación Compromiso Olavarría, que le sirve a Galli de apoyatura política desde un sector del peronismo y de independientes, reclamaría un concejal en la lista del año próximo.

El radicalismo quiere lista única pero con uno o dos radicales en la nómina de Cambiemos, algo que ya lograron en los últimos comicios. "Si no los conseguimos, queremos decir que estamos en condiciones de enfrentar una Paso", amenazó una fuente del partido.

En tanto, y mientras el bolsero José López ya salpicó al azuleño José Inza, entre otros intendentes, en una lista que podría ser interminable, el peronismo busca afanosamente un candidato a intendente para las próximas elecciones.

En los ámbitos gremiales ya se baraja el nombre de Juan Sánchez para llevarlo al Municipio. El titular y creador de "La Casa del trabajador", una agrupación que vino a sustituir a "Gremios Adheridos", que supo conducir el dirigente de la Seguridad Privada, Miguel Arena, es la figura principal que alientan un grupo de gremialistas para tener presencia en plano político.

Juan Sánchez asistió a la convocatoria del secretario general de los Municipales, José Stuppia, y habló de la unidad gremial en un espectro históricamente dividido. Pero hay gremios que ya están trabajando para llevarlo a Juan Sánchez al Municipio.

Autoamnistía

En medio de ese caos estructural e ideológico, pero por sobre todo ético, surgió también la ley de extinción de dominio, una suerte de autoamnistía del peronismo y el kirchnerismo, muy similar a la que se dictó la dictadura con los crímenes del terrorismo de Estado en la gestión Bignone, sólo que esta vez, de lo que se quieren liberar los peronistas y K es de la corrupción quedándose con todo lo robado. Lamentablemente, el peronismo quiso compensar y le cambió a Cristina allanamiento por protección mafiosa, apoyando una ley que condena al pueblo argentino al desaliento de no poder recuperar nunca más lo que ya se ha robado en el ejercicio del poder. Y esto va para todos quienes ejercieron cargos en gobiernos de cualquier signo político y se apropiaron de fondos públicos que debieron tener el destino del bien común.

"Fue un mamarracho", dijo el diputado José Ignacio de Mendiguren, integrante del espacio político autor del proyecto. Algo similar disparó el diputado nacional de Cambiemos y abrió la esperanza de poder recuperar esos fondos y bienes a través del fuero civil. Y prometió esa modificación cuando el proyecto con media sanción del Senado llegue a Diputados.

Al respecto, según Ricardo Rouvier y Asociados, 7,2 de cada 10 argentinos piensa que el gobierno de Cristina Kirchner robó pero 6 suponen que ésta no sabía lo que pasaba. Lo que indicaría que el tema de los cuadernos son de interés popular y no, como suelen decir los K, que no les importa a nadie.

Pocas veces, en la vida institucional del país, se ha visto semejante deformación de lo que era una buena propuesta parlamentaria. Lo que parecía una verdadera reivindicación popular acabó siendo una verdadera autoamnistía de quienes ejercieron el poder por doce años.

Fue una manera completamente corporativa y sectorial de ejercer el poder de la mayoría en un ámbito tan republicano y democrático como lo es el Senado. La actitud del peronismo federal el kirchnerismo se emparenta paradójicamente con la arbitrariedad de los conservadores parlamentarios de la Década Infame.

El pueblo quiere ver a los corruptos presos y que devuelvan lo robado. La cifra aterra. Y detrás de esos fondos que fueron a bolsillos privados, a bóvedas o a cuentas en paraísos fiscales se esconde el gran fracaso nacional.

Los cuadernos de Centeno, por ejemplo, son un glosario de la justicia distributiva que no fue. En los bolsos de la coimas se fueron las soluciones a la pobreza y a la postergación de millones de argentinos que vieron -y continúan viendo- como les pasó por el costado las ventajas comparativas de toda una década que pudieron permitir otros resultados económicos y sociales.

Esta autoamnistía legislativa es el último manotazo de una clase dirigente que prefirió el enriquecimiento personal antes que el bienestar general. Y ahí radica quizás la causa de esta condena interminable que padecen los argentinos, esto es, la inmoralidad de gran parte de sus dirigentes.