Cacho Fernández

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Cuando el plan era el de poder llegar a 2015 de la manera más prolija posible, el gobierno nacional estaría evaluando la posibilidad de modificar la Ley Electoral para eliminar las Primarias. Algunos exponentes del kirchnerismo analizan que las PASO benefician mucho más a la oposición que al oficialismo. Por lo tanto, no se descarta modificar la ley par ir directamente a las generales y a una eventual segunda vuelta. Tienen el número en las cámaras legislativas para hacerlo y el tema estaría en carpeta.

De concretarse este plan, siempre según la fórmula electoral que pongan a jugar, podría repetirse el escenario de 2003, cuando Carlos Menem, pese a ganar la primera vuelta, terminó bajándose por el rechazo que supuestamente tenía del resto del electorado.

El kirchnerismo podría ganar una primera vuelta con el electorado cautivo que parece tener, pero el tema sería poder captar el voto independiente en el ballotage. Saben que Axel Kiciloff sólo le llega al núcleo duro, pero no desestimarían ir con Scioli - Randazzo, o a la inversa, con el fin de penetrar en los sectores anti-K de la sociedad dando la imagen de una continuidad pero mucho más tranquila y previsible.

De todos modos, una modificación en la Ley Electoral sería inaceptable desde el punto de vista institucional. Se está evaluando, entonces, el efecto que tendría en el electorado esta manipulación en las reglas de juego.

El Frente Renovador juega, podría decirse, con una Primaria entre Sergio Massa, José Manuel De la Sota y Adolfo Rodríguez Saá. La idea es la de distraer con eso para continuar en agenda puesto que permanecer en ella siendo candidato único es muy difícil y propone una actividad sin descanso del candidato para llamar constantemente la atención. Si bien para Massa la cercanía de los otros dos peronistas lo podría potenciar, también es cierto que lo deja pegado a la vieja política. Y eso podría ser un arma de doble filo. Lo más probable, entonces, es que el tigrense juegue con esa posibilidad, pero que acabe yendo sólo y como candidato único. El tema es la provincia de Buenos Aires. Por un lado ya lo dan como seguro a Martín Insaurralde, pero por las dudas Darío Giustozzi está decidido a pelear su candidatura.

"Coherencia" y pragmatismo

En el sector de UNEN, con Primarias o sin ellas, el conflicto sigue siendo el acuerdo con el macrismo. Macri y el radicalismo se obstinan en decir que van construir cada uno por su lado, pero ambos se miran de reojo.

El frente no peronista apuesta a la fórmula Cobos - Binner y con Elisa Carrió como candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Lilita desafía a su entorno coqueteando permanentemente con Mauricio Macri, aunque quienes la conocen bien suponen que lo hace para suscitar la confianza del votante macrista y poder captarlo luego. El FAU es consciente de que Margarita Stolbizer tiene un piso y un techo electoral casi inamovible y que no existe ninguno más que pudiere atraer el voto del Conurbano. "A Lilita la conoce todo el mundo, y si bien a veces es bastante áspera, también es cierto que su mensaje contra la corrupción, el clientelismo y por la seguridad va a ser escuchado", señaló un dirigente del radicalismo. Pero hoy por hoy, nadie descarta un frente nacional con Macri y saben que lo van a tener que digerir si los números no ayudan para una fórmula radical - socialista.

Ayer, Juan Manuel Casella -también lo han dicho otros- habló de UNEN, de la "coherencia" que se debía tener, "no para ganar, sino para poder luego gobernar". Se refirió a "los fracasos de acuerdos electorales anteriores", es decir, fue un mensaje contra un eventual acuerdo con el Pro. Pero habría que ver si "coherencia" implica "uniformidad"; como lo planteó un viejo radical muy propenso a un frente común más amplio y que incluya al macrismo, y si no termina prevaleciendo el afán de constituir algo mucho más competitivo que el mero afán de preservar esa "coherencia".

Lo cierto es que de darse esta alianza, volvería en el país el esquema bipartidista que atravesó los últimos 70 años de historia, aunque con las complejidades lógicas de haber tenido que pasar por un temporal como el de la implosión de los partidos luego de la crisis de 2001-2002.

No se debe nombrarlo

El marco mediático es otro tema de análisis. Por un lado, el massismo y el sciolismo polarizan una pelea discursiva y en todos los ámbitos para quitar de la agenda a los otros oponentes como Mauricio Macri, quien viene subiendo en las encuestas. La idea es evitar nombrarlo para que la gente suponga que la verdadera pelea electoral sería entre ellos y que al resto de los candidatos no le quedaría otra alternativa que acompañar a uno u otro, pero nunca terciando entre ambos.

De pronto, el gobernador Scioli aparece devolviendo los golpes del massismo, tal como lo hizo ayer en el Teatro Argentino, pero no le da batalla a su adversario más serio de la interna, Florencio Randazzo, a quien viene desconfirmando de manera sistemática. La estrategia es la de minimizarlo y a la vez quedar instalado como el único candidato del Frente para la Victoria.

El ariete del eseverrismo

La teoría política esgrime como sinónimo de eficiencia la articulación operativa entre lo nuevo y lo tradicional. José Eseverri construyó su propia impronta con gran parte del equipo que acompañó a su padre. El eseverrismo es una variable importante en la interna radical, pero también kirchnerista. Fue Gonzalo Bagú quien lo hizo jugar en su enfrentamiento con el Partido Justicialista.

El hombre de Randazzo intenta diferenciarse del pejotismo, al que calificó indirectamente como una suerte de opositor irreductible "berreta y mezquino, para el cual todo está mal", disparó en la entrevista del miércoles, y propone una línea intermedia reconociendo logros de la gestión eseverrista y planteando algunas diferencias o "saltos cualitativos", enunció, remedando una posición parecida a la de Sergio Massa a nivel nacional, quien viene rescatando determinados triunfos kirchneristas fundamentalmente de la primera época, pero marcando claras diferencias con el cristinismo de los últimos años.

El peronismo se reparte entre Scioli y Randazzo, representados en lo local por González Hueso, Santellán y Bagú, aunque este último dude de que "el peronismo esté hoy dentro del Partido", dijo con un tono de fuerte provocación contra el tándem Santellán - Capuano. El hombre de Randazzo juega su interna en esta Primaria, mientras se va construyendo como candidato para 2019. La mirada parece estar puesta ahí.

En UNEN todo es misterio todavía. Las elecciones partidarias definirán la relación interna e poder, y también animarían o desalentarían eventuales oponentes a quien se perfila como único candidato, Ernesto Cladera, salvo que un acuerdo con el Pro lo conmine a medirse con Ezequiel Galli, el referente local del macrismo.

Lo épico y la normalidad

"El que no cambia todo, no cambia nada", decía una canción de protesta de la década del 70, y esto fue la guía de acción de la militancia de esos tiempos. La política, como praxis de un cambio gradual y colectivo, no alcanzaba. La idea era la de un cambio constante y lo más acelerado posible. El kirchnerismo adoptó en alguna medida esa lógica que hoy, con el tema buitres, vuelve a retomar.

Es la lógica del poder de tipo carismático y épico, por la cual todos los días se debe sorprender a la gente con la propuesta de un cambio. Si bien la política plantea una constante tensión de opuestos en la lucha por el poder, en esta forma de ejercerlo el enemigo es necesario, y cuánto más demonizado, mejor. De lo que se trata, entonces, es simplificar la controversia, evitar los grises y hacer que la oposición adquiera cada vez mayor visibilidad.

El peligro no es la confrontación, sino la rutinización del poder. Pero llega un momento en que la gente se cansa de tanta movilidad, tanta inquietud y convulsión, y añora un poco de normalidad, rutina y previsibilidad. Y esos pueden ser los valores por los que el electorado se incline en 2015. Por lo tanto, si el sentimiento y el ánimo general fuese ése, el candidato que mejor represente una gestión tranquila, normal y previsible será el ganador.

Cuando el Gobierno se preparaba para una entrega del poder de la mejor manera posible, surgió el conflicto con los holdouts que significó el hallazgo de un nuevo enemigo, como había sido el campo en 2008-09, sólo que éste venía con un ropaje despreciado e inequívoco de un intento de invasión extranjera. Hasta el Papa los cuestionó como lo peor del capitalismo internacional. Los fondos buitre emergieron como lo que son, fondos depredadores con la lógica de la ganancia a cualquier precio. Y al Gobierno le vino como anillo al dedo para lanzar una nueva batalla política que además era fácil de comunicar. Cristina, cuando ya había arreglado con el Club de París e intentaba una entrega prolija y lo menos criticable posible, se encontró con un elemento que le volvía a dar vida a su épica y le proponía un escenario movilizador y alejado de toda resignación. Más aún, el Gobierno está muy cerca de ganar esta batalla. Por un lado, el juez Griesa convocó a otra reunión y busca una salida consensuada. El poder financiero teme que la pelea argentina produzca un efecto contagio en el mundo y contribuya a minar el poder de los acreedores.