Sus mamás tienen hermosos recuerdos de alguien que las acompañaba, previa, durante y después de cada nacimiento. Te brindaste sin tener en cuenta el horario, frío, lluvia, posibilidades para atenderlas. ¿Será porque no fuiste mamá?, pero eras la nuestra en ese momento sublime.

El dolor ajeno te motivaba a brindar permanentes palabras de consuelo y acciones de caridad.

Tanto querías al Hospital, que además de integrar la Comisión de Apoyo, fuiste inspiradora y promotora del Grupo de Voluntarias, que lamentablemente hoy ya no existe.

Atendiste la Posta de Lalcec durante mucho tiempo, porque estabas convencida de que la prevención es posible y la figura de la mujer es esencial en cada hogar.

Tus sentimientos profundamente cristianos te motivaron a llevar la palabra de Dios a grupos de catequesis en barrios carenciados, a misionar y hasta consagrarte a la Virgen como voluntaria de la Misioneras del Kolbe.

Qué dolor, qué pena sentimos que en esa que fue tu casa, en horas apenas nos dejaste, con angustia e inquietud, sólo el Señor sabe en que momento dejamos la vida terrenal. En la conciencia de cada uno que estuvo cerca tal vez esté la respuesta.

Marta y Mercedes Bahurlet