Historia particular la de Claudia Gaite. "Me fui a estudiar a Buenos Aires en 1983. Me fui a vivir con una tía Celia (fallecida), la hermana mayor de mi papá, porque no me dejaban ir a vivir sola. Ella vivía en Lanús Oeste y yo tenía que ir a Capital, así que cada día tenía un viaje bastante largo, de 45 minutos. Fueron 3 años. Pero en el segundo conseguí una dirección técnica en una óptica en Lavallol, así que justo habían comenzado a funcionar así que iba de Lanús a Lavallol y como el propietario cerraba al mediodía, regresaba a Lanús y luego otra vez a Lavallol. A la noche me iba a estudiar, así que me tomaba el tren hasta Constitución y de ahí un subte hasta la Escuela Técnica Nro. 11, que estaba en Cochabamba al 2800. Era la mejor escuela que había en óptica en ese momento, según mis profesores". así arrancó la charla con Claudia, en su "bunker" preferido dentro del espacioso negocio de la calle Vicente López, donde está instalada hace ya once años, en donde puede desarrollar todo lo que sabe sobre contactología.

"Esa escuela era hermosa, con un taller espectacular, de calibrado, hacíamos los cristales. Luego de los dos años de óptica hacíamos un año de contactología. ¿Sacrificio?, si, mucho. Es más, cuando termine contactología quise volverme, porque le dije a mi papá que no iba a conseguir trabajo de lo que había estudiado. Pero en capital en ese momento se veía mucha violencia, ya sea en los micros o en los trenes, e inclusive nos asaltaron a mi y a una compañera que había ido a estudiar a casa. No la pasé bien. No eran años buenos. Así que me volví, cuando terminé en el ´87" siguió contando Claudia Gaite, quien hoy celebra el Día del Optico.

Como se sabe, cada 13 de diciembre se celebra el Día del Optico en la Argentina. La fecha fue elegida en 1952 por la Asociación de Opticos y Técnicos de la Provincia de Buenos Aires (ADOT), debido a que coincide con la festividad de la Virgen de Santa Lucía, protectora de la vista.

"Regresé a Olavarría y como no encontraba trabajo, entonces mi prima (Eva Cura) comenzó a estudiar sobre trabajo social en la Escuela 8 y en marzo arranque con ella, pero en abril conseguí trabajo en la optica y farmacia AOMA, que estaba frente a la Escuela Normal, sobre la calle San Martín, que era de Larroca. Recuerdo que los jubilados hacían unas colas larguísimas para comprar los remedios. Y Juan Pica, mi colega y amigo, puso su óptica y entonces yo lo reemplacé en AOMA en la dirección técnica. Trabajé también con el Flaco Lardapide, que es de Tapalqué, también amigo de Juan. Después entró a trabajar en el taller mi hermano Héctor (fallecido hace 10 meses). Así que yo hacía contactología y atención al público, y luego quedé como encargada. Fueron allí 8 años", explicó.

"Como Larroca le vendió la óptica a una empresa de La Plata, quedamos como empleados. Ya mi hija María Victoria (27) había nacido, que me ayuda en la óptica y está estudiando trabajo social, como yo" dice riéndose, quizá porque lleva como ella esa pasión por lo comunitario. "En parte de pago como indemnización, a mi hermano y mi esta empresa de La Plata nos dieron la óptica. Nos pusimos muy felices, compramos la mercadería que queríamos, pero nos robaron casi todo, los mejores anteojos que teníamos, y casi que nos fundieron. Así que nos fuimos y alquilamos un local en la calle Necochea, al lado de Retacería Moli, y allí estuvimos varios años. Pero nos terminamos fundiendo porque aquel robo nos liquidó, porque teníamos que pagar todos los anteojos que nos robaron antes de empezar a venderlos, y eran de primerísima marca. Eran los sueños que teníamos, de comprar algo bueno, de marca, para levantar la óptica" dijo, sobre ese duro golpe en el bolsillo pero que no les dobló el optimismo y la pasión a los hermanos, que creyeron en sus posibilidades, en lo que sabían, y volvieron a empezar.

"Nos fue mal, pero con Julio (el papá de mi hija) en el año 2000 sacamos un crédito y con mi familia pusimos el negocio en General Paz, enfrente de la escuela Libertas, y allí estuvimos seis años. Nos mudamos después a un local al lado del Instituto Médico, pero era pequeño. Y un día pasamos caminando por este de la calle Vicente López, y lo alquilamos. Acá estamos hace once años. Acá fue un renacer, sin dudas. Fue una nueva etapa, más allá de la publicidad y las redes sociales de las que se ocupan mi hija y mi yerno, así que estamos trabajando bien, haciendo las cosas bien" siguió diciendo.

"Acá estoy haciendo todo lo que soñé, como contactología -que es lo que más me gusta-, y si bien es lo que menos dinero que deja, yo amo hacerlo. Estoy horas, a veces, con una lente descartable. No deja el dinero como deja óptica, pero me gusta. Y este es mi lugar, donde está el cuadro de mi mamá Olga (91 años). Este lugarcito es el más lindo para mi. Según mis pacientes, dicen que yo soy muy paciente, porque si tengo que estar una hora o más con un cliente, no tengo problemas. Es que yo les digo que una hora tienen que estar para adaptar una lente de contacto, y si terminamos antes mejor para ellos. Yo trabajo así", afirmó Claudia.

"¿En óptica?, tenemos todo, y de todo eso tenemos mucho. Todo tipo de anteojos, los de receta en cantidad también; hay económicos, caros, de marca y cosas buenas, otros que piden los clientes, es decir tenemos de todo lo que buscan los clientes y lo que necesitan los pacientes. ¿Qué piden hoy?, vienen de todas las edades, pero ahora parece que arrancó nuevamente el anteojo grande, los estilo Sophia Loren de cuando yo arranqué a trabajar y después se hicieron más pequeños, envolventes, pero ahora volvió la moda de anteojos grandes aunque los clásico siempre está, las líneas clásicas se mantienen. En dos años no ha variado tanto la moda, porque tampoco han entrado muchos anteojos por el tema de la pandemia, pero hay una fábrica argentina que fabrica anteojos con botellas que sacan del río -según ellos, y yo les creo-, y son modelos muy lindos, para gente joven ya que los chicos se animan más a las cosas distintas" continuó diciendo Gaite. "Yo tengo clientes de todas las edades, felizmente. E inclusive viene gente de otras ciudades, como La Madrid y Laprida, más allá que llegan los de la zona serrana, obviamente", explicó.

"Acá todos se acomodan y se adaptan a mi forma de atender. Si viene un cliente y está una hora eligiendo un armazón, porque no se define, yo lo espero. Quizá alguno se va, pero es mi manera de trabajar porque al cliente hay que atenderlo bien, le tenemos paciencia a la gente. En los precios no nos vamos a diferenciar, pero sí en la atención y en solucionarle los problemas a la gente. De eso se trata y me ha ido bien, por lo que les agradezco a mis clientes que siempre me eligen, así como los pacientes de contactología, ya que llevamos 21 años y vamos por más. Mi yerno (Ricardo) se va a Buenos Aires a estudiar óptica, en la Facultad de Morón, así que le vamos a dar una mano para que pueda recibirse y seguir con esto. Mientras tanto, yo sigo acá, firme en la óptica que siempre soñé", terminó diciendo Claudia Gaite.