La reciente detención de R.L., una mujer de 51 años oriunda de Moreno, y su hijo L.Z., de 24 años, ha puesto de manifiesto un caso de abuso sexual que involucra a dos menores en La Matanza. Este hecho, que ha sido calificado como extremadamente grave, se desarrolla en el marco de una investigación que comenzó en 2022 y ha sido llevada a cabo por el área de Trata de Personas de la Superintendencia de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado de la Policía Bonaerense. Las acusaciones contra R.L. y L.Z. incluyen el abuso sexual de dos menores de 13 años, con el agravante de haber configurado un sometimiento sexual gravemente ultrajante. 

Según el informe, los abusos habrían ocurrido entre los años 2014 y 2019, período en el cual las víctimas tenían entre 4 y 9 años. Los delitos, que se habrían perpetrado en el hogar familiar, implican situaciones de violencia y manipulación por parte del acusado y su madre. La investigación reveló que las violaciones a las niñas se realizaban en el domicilio familiar, bajo el pretexto de estar jugando. 

Particularmente, se menciona un juego denominado “Caballito loco”, que se utilizaba como disfraz para llevar a cabo los abusos. Se detalla que inicialmente los abusos ocurrían con la menor vestida y luego se intensificaron hasta intentar cometer actos de violación. 

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Las niñas, en su momento, expresaron su dolor, pero sus quejas fueron ignoradas por la abuela, quien optó por no actuar al respecto. Hoy en día, ambas víctimas, ya adolescentes, presentan diagnósticos de síndrome depresivo y signos de estrés postraumático, consecuencia directa de las experiencias traumáticas sufridas en su infancia. En el caso de la segunda menor, los abusos ocurrieron entre los 8 y 10 años, y se llevaron a cabo en diversas estancias de la casa, incluyendo el comedor, donde ambas hermanas dormían juntas. El acusado también se aprovechaba de momentos como el baño para perpetrar sus actos. Este caso ha suscitado un profundo impacto social y lleva a reflexionar sobre la importancia de la protección infantil y la responsabilidad de los adultos en situaciones de vulnerabilidad. Las identidades de las víctimas y de los acusados se mantienen en reserva para salvaguardar la integridad de las menores.