Recién hace pocos días atrás, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó las cifras consolidadas del comercio exterior de la gestión 2024, donde se puede observar que las exportaciones cerraron con un valor de 9.059,2 millones de dólares y las importaciones 9.904,5 millones de dólares, por lo cual el saldo comercial fue negativo en 845,3 millones de dólares. Durante la gestión únicamente tres de los doce meses (junio, agosto y septiembre) registraron un superávit comercial con valores insuficientemente significativos.

Haciendo un análisis de las mismas y contrastando con las cifras de las gestiones 2022 y 2023 se pueden establecer los siguientes indicadores que deberían ser considerados:

1. Las exportaciones totales han decrecido un 20% entre el 2024 y el 2023, un 25% entre el 2023 y el 2022 y un 51% entre el 2024 y el 2022.2. Las importaciones totales han decrecido un 16% entre el 2024 y el 2023, un 3% entre el 2023 y el 2022 y un 20% entre el 2024 y el 2022.3. El déficit comercial de la gestión 2024 ha incrementado en un 45% respecto el de la gestión 2023, donde además ese déficit representaba una caída del 132% respecto el superávit comercial registrado en la gestión 2022.4. Las exportaciones de la actividad económica “agricultura” han decrecido en 9% entre el 2024 y el 2023, un 34% entre el 2023 y el 2022 y un 46% entre el 2024 y el 2022.5. Las exportaciones de la actividad económica “hidrocarburos” han decrecido en 27% entre el 2024 y el 2023, un 44% entre el 2023 y el 2022 y un 84% entre el 2024 y el 2022.6. Las exportaciones de la actividad económica “extracción de minerales” han incrementado en 17% entre el 2024 y el 2023, han decrecido un 13% entre el 2023 y el 2022 y han incrementado en 6% entre el 2024 y el 2022.7. Las exportaciones de la actividad económica “industria manufacturera” han decrecido un 53% entre el 2024 y el 2023, un 25% entre el 2023 y el 2022 y un 91% entre el 2024 y el 2022.

En proporción del total de nuestras exportaciones en valor y según actividad económica de la gestión 2024, un 41% corresponde a industria manufacturera, un 35% a extracción de minerales, un 18% a hidrocarburos y 6% a la agricultura, por lo cual nuestras exportaciones dependen en un 76% a la industria manufacturera y a la extracción de minerales.

Las principales exportaciones en valor de la industria manufacturera son: productos derivados de la soya, oro y estaño metálico y la carne bovina. Para el caso de las exportaciones de minerales, los principales son: el zinc, la plata y el plomo.

Bajo esta perspectiva poco alentadora, es menester remarcar la necesidad de fortalecer nuestras exportaciones, puesto que se constituyen en el motor fundamental del crecimiento económico, la generación de empleo y el desarrollo del país.Las exportaciones juegan un rol crucial para la generación de divisas que son esenciales para financiar la importación de bienes y servicios necesarios para la dinamización de la economía. Asimismo, fomentan la diversificación de la economía al promover el desarrollo de nuevos sectores productivos y la especialización en bienes y servicios, mejorando la competitividad del mercado mediante la mejora de indicadores de eficiencia, calidad e innovaciónentre las empresas que compiten en mercados internacionales.

En ese mismo sentido, las importaciones desempeñan un rol estratégico para la provisión de bienes y servicios que complementan la producción nacional, impulsando el crecimiento de sectores clave y mejorando la calidad de vida de la población. La lejanía de los puertos y nuestra mediterraneidad han sido siempre una desventaja importante para el desarrollo de nuestro país. Investigaciones académicas señalan que una población que está 100 kilómetros más lejos del mar crece 0,6% menos que una población que tiene acceso al mar. El transportar mercaderías un kilómetro por tierra es equivalente a transportar 7 kilómetros por mar. El país mediterráneo promedio paga 50% más en transporte que los países que tienen acceso al mar. 

Pero adicionalmente los costos logísticos pueden agravar este problema. El proceso al que tienen que someterse las mercaderías para atravesar las fronteras puede encarecer los costos de transporte, que de por sí son ya elevados.

La balanza comercial, las fluctuaciones del tipo de cambio, y las barreras logísticas y arancelarias son temas que deben ser abordados con políticas públicas claras y estrategias de diversificación económica. Al mismo tiempo, es crucial impulsar la capacidad productiva nacional para reducir la dependencia de ciertos bienes y fortalecer el sector exportador.

Una política de sustitución de importaciones como la que se pretende implementar en Bolivia, no tiene un real impacto positivo si no se toma en cuenta lo siguiente: 

- Equilibrio en la intervención estatal mediante subsidios, protecciones arancelarias y créditos preferenciales.- Generar un ambiente de mayor competencia en el mercado interno mediante el acceso a productos importados.- La protección de ciertos sectores puede desalentar la inversión privada en áreas que podrían ser más rentables a largo plazo si se abrieran a la competencia.

Cuando las barreras arancelarias y las regulaciones se hacen más estrictas para proteger la producción local, puede incentivarse la informalidad en el comercio, cosa que en Bolivia es algo altamente latente. Esto ocurre porque los importadores pueden buscar formas de eludir las restricciones, lo que puede generar un mercado paralelo, donde los productos no cumplen con los estándares de calidad y las empresas no pagan impuestos, lo que afecta la recaudación fiscal.

Estamos viviendo un proceso sostenido de desaceleración del comercio exterior boliviano, por lo que, el camino hacia un comercio exterior competitivo y sostenible exige la colaboración de todos los actores como es el gobierno, las empresas y los ciudadanos en su conjunto. La implementación de la estrategia que logremos construir y consensuar requerirá de una firme decisión política del gobierno nacional y de la inversión y gestión del sector privado.