Rodrigo Fernández

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Escuchar a Sasha Heise contar todo lo que tuvo que pasar indigna y duele a la vez. Tiene 17 años y sonríe mientras habla, gesticula y se acomoda en el sillón de dos cuerpos donde conversamos. Ella, a primera vista, es como cualquier adolescente de su edad. Pero cuando habla tiene la seguridad y la entereza de aquellos que han pasado tiempos difíciles. Sin embargo durante toda la charla con FINDE nunca dejará de tener una sonrisa a pesar del dolor que le han causado. Tanto que la han llevado a autoagredirse e intentar suicidarse.

Por eso quizás la palabra que mejor la explica sería "resiliencia", un término que proviene de la psicología y que se define como aquella capacidad de las personas para para superar situaciones traumáticas.

Con la idea de poder contar el acoso escolar que sufrió desde el jardín de infantes hasta la escuela secundaria, y que su experiencia sirva para otros, escribió un ensayo que fue premiado en el Parlamento Juvenil del INADI y la ubicó como una de las tres representantes de Buenos Aires.

Contar la propia historia

"La idea era poder concursar en el Parlamento Juvenil del INADI y escribir un ensayo sobre alguna problemáticas relacionada con la discriminación de cualquier tipo, ya sea por el aspecto físico, país de procedencia o demás aspecto que te forman como persona" dice Sasha, alumna de la Escuela Técnica Nº 2, quien vio en el proyecto de Política y Ciudadanía una forma de poder contar aquello que le había pasado.

Su trabajo tenía que ver con "la discriminación por el aspecto físico y el acoso escolar, ciberbullying o cosas por el estilo", cuenta y señala que luego había que mandarlo a una web donde sería recibido y evaluado por los jurados.

Un mes después le avisaron que su trabajo había sido premiado por el INADI. De esta forma Sasha se convirtió en una de las tres adolescentes elegidas para formar parte del Parlamento Juvenil, representando a Buenos Aires. Viajó a la Ciudad de Buenos Aires y a La Plata.

"Quise contar mi experiencia y mostrar lo que vivimos las personas día a día y dar a conocer que los adolescentes nos vemos afectados por un montón de estereotipos y por todas las palabras de las personas que muchas veces la gente lo toma como un chiste y termina hiriendo mucho", dice y explica que en su trabajo plantea qué es la discriminación "pero me centro en lo que es, cómo las palabras afectan la vida de las personas hasta el punto de querer terminar con tu propia vida".

El acoso empezó en el jardín de infantes recuerda. "Tenía 4 o 5 años y ya me dejaban de lado, no me hablaban, se burlaban de como me vestía, porque lo hacía con joggins. Entonces era la marimacho, que les daba asco y me dejaban de lado", recuerda.

En la primaria "todo siguió porque las mismas personas que estaban en el jardín pasaron conmigo y ellos mismo incitaban a los demás a que me dejaran de lado, que me hicieran bullying. Además, la persona que consideraba mi mejor amiga también contribuía a todo esto y desde el lazo de amistad ella hizo que yo me fuera autodestruyendo. Desde los comentarios, que según ella eran críticas constructivas pero eran maldad pura".

La vida en la escuela tampoco fue fácil para Sasha porque "me dejaban totalmente de lado, no me sentía como una persona realmente porque ellos me hacían sentir eso. Iban desde las burlas hasta dejar de hablarme. Jugaban entre ellos a no hablarle a Sasha por el día o por la semana".

Pero entre tanto dolor "tuve la suerte de contar con el apoyo de toda mi familia, que fueron a hablar con los directivos, con los profesores un montón de veces" aunque no hubo ningún tipo de respuesta. Ni sanciones para los acosadores, ni ayuda para Sasha.

"Nunca nadie hizo nada. Nunca tuve la ayuda de las personas que podían hacer algo dentro de la institución, que eran los profesores o los directores. Ellos decían que era un juego y que yo estaba exagerando, entonces no tenía ayuda". Pero su familia siempre fue su gran apoyo.

Naturalizar el acoso

"No sé cómo lo hice", admite al intentar explicar cómo logró transitar la infancia. "Como naturalice todo lo que me decían, lo tomé como que era la verdad absoluta entonces lo interiorice y viví con todo lo que decían y hacían. Por eso lo pude transitar. Pero en un momento colapsé".

Estaba en 5º año y todo lo que los acosadores le decían "lo transformaba en violencia física sobre mí. Me empecé a golpear, me rasguñaba, me da la cabeza contra la pared y las puertas cuando estaba sola para no levantar sospechas. Después comencé a cortarme e intenté suicidarme".

Sasha habla con pasmosa tranquilidad sobre la vez que tuvo ganas de quitarse la vida. Ese fue un punto de quiebre en su vida y en sexto pudo pedir ayuda.

"Me di cuenta de lo que estaba haciendo y le pedí ayuda a mi mamá. Me dejé ayudar en realidad, le pedí por favor que me mandara a un psicólogo". Pero luego de varias sesiones, y con el pedido de una interconsulta con un médico psiquiatra, Sasha no quiso seguir más. "Veía en mí que no estaba para que me medicaran, necesitaba otra cosa. Entonces me vi a mí misma, dejar de escuchar tanto a las personas" y ahí empezó a transitar otro camino, en el cual contó con el apoyo de sus seres queridos, "con las cosas que me gustaban e intenté salir adelante".

Cuando llegó a la secundaria las cosas no cambiaron. "Hubo un problema con un chico por acoso sexual. Me tocaba, se me apoyaba. Entonces pedí ir otra vez a otro psicólogo. Al tiempo decidí dejar pero me ayudó mucho. Me abrió la cabeza a otro tipo de oportunidades".

"La mentalidad de las personas no cambia tanto, seguimos siendo esos nenes" explica y cuenta que "muchos chicos, sin conocerme, también me hacían bullying".

Sasha dice que lo que le sucedió "lo reconocí como acoso sexual mucho tiempo después. En ese momento lo tomé como un juego que me molestó".

Hasta sus dos primeros años de la escuela secundaria sufrió el acoso por parte de sus compañeros pero luego "cambió mi mentalidad y las personas con las que me empecé a relacionar. Me apoyé mucho en movimientos sociales que incitaban al amor propio y en personas que realmente aportaban algo bueno en mi vida".

Ahora tiene a su lado "chicos y chicas que me quieren tal cual soy" también "mi familia atrás que sigue siendo la base fundamental".

Contar para sanar

"Yo lo estoy contando para poder ayudar a otras personas a reconocer la situación en la que están viviendo" declara Sasha y remarca que tuvo la suerte de disponer de "herramientas para salir de la situación pero no todos pueden. No todos tienen el apoyo de la familia o de otra persona. Muchas veces la violencia viene de los mismos padres".

Con el proyecto ganador en el Parlamento Juvenil del Inadi "quise mostrar que esos comentarios que los demás te lo dicen como críticas constructivas no lo son, te están violentando como personas y está bueno que vos te des cuenta, tenés un espejo y podes verte".

Es por ello que señala que ella misma puede servir de ayuda para los demás y cuenta que tras realizar una entrevista en un canal de televisión de la Ciudad de Buenos Aires empezaron a llegar a sus redes sociales mensajes desde todo el país donde le contaban que el testimonio de Sasha les había servido para darse cuenta de algo o le contaban sus propias situaciones. "Poder ayudar en eso ya me sirvió un montón porque era el motivo principal de porqué hice el ensayo".

"Suelo ver mucho, aún hoy en día, en las escuelas cómo los mismos profesores te dejan de lado si ven que no podes. Si son los profesores quienes te tienen que ayudar, los que te hacen bullying qué herramienta va a tener el chico para salir adelante", cuestiona y añade que lo que plantea en el ensayo "es dar más herramientas a las personas para salir de este tipo de situaciones. Personas en general porque no sólo lo sufrimos los adolescentes la discriminación". Teniendo el objetivo de concientizar acerca del daño que produce el bullying, Sasha busca llegar a todos con charlas y talleres de capacitación.

"Dar charlas o educar basado en salud mental, es fundamental porque para formarte como profesional es muy importante que vos también puedas proyectarte como una persona sana. Que no tengas mil quilombos en la cabeza porque muchas veces esos problemas que te guardas no te dejan hacer determinadas cosas".

Sasha, con sólo 17 años entiende el mundo mejor que muchos adultos y mira hacia el futuro con los ojos de aquellos que han luchado para ser quienes son.

Acosadores y responsabilidades compartidas

"Ellos siguen considerando que inventé todo y que lo exageré, que lo que sucedió no era tan así, que eran sólo juegos" dice cuando se la consulta acerca de si alguna vez aquellos que la acosaron tuvieron interés en charlar con ella sobre las situaciones que sufrió. Sin embargo Sasha cree que las palabras de disculpas "las voy a estar esperando toda mi vida". Aunque enseguida aclara: "Ya no espero nada, mientras que pueda ir sanando poco a poco...".

Si bien reconoce que tiene una dificultad para relacionarse, debido a todo el sufrimiento padecido, "ahora tengo un grupo mucho mejor, es mucho más ameno el ambiente en el que estoy" y cuando habla de responsabilidades señala a los padres. "Ahí creo que recae muchas veces el problema, no tanto en los chicos" porque "vos no nacés con el prejuicio en la cabeza. Te lo inculcan, vos no lo sacás de cualquier lado".

"Vos a los 3 o 4 años por qué tendrías que relacionar ser gordito con algo malo. Eso es algo que viene desde la casa aunque no sólo de los padres sino también de los medios de comunicación. La misma sociedad en que vivimos desprecia mucho a las personas que no encajan con los estereotipos de belleza que están hoy en día", afirma.