"Yo los visité casi a todos y les llevo pan fresquito que me dona un amigo. Ante tanta locura de golpe y en una escuela con tantas necesidades, ¿qué hacemos?", así trata de explicar su labor Laura Lozano, directora de la Escuela N° 57 del barrio San Vicente.

Con una matrícula pequeña y de doble jornada, aquella escuela puso a todo el grupo humano a dar batalla frente a lo desconocido, lo nuevo, lo incierto. Ante la pandemia y la cuarentena.

"Doy clases a los chicos de primer grado y cuando se anunció lo del aislamiento, las maestras y los profesores de la institución seguíamos yendo pero en diferentes horarios, cumplíamos horario y planificábamos actividades para poder acercarlas a nuestros alumnos" agregó Daiana, la profe de Educación Física.

Porque hubo un principio. Algo pasó a principios de marzo, cuando acababa de comenzar el ciclo lectivo y con un feriado en el medio. Hace apenas poco más de un mes.

Yo ya les había avisado a los papás de los chicos que iba a ir, así que prepare todo la noche anterior y no pensé que me iban a estar esperando.

"En un principio, los papás se acercaban y buscaban los cuadernillos de actividades y además armamos un grupito por Whatsapp para estar comunicados y pasarles actividades por ahí" explicó. Después decidieron ya trabajar desde casa, y enviar desde ahí las actividades y hacer el seguimiento pedagógico.

"Educación Física es un área muy particular porque uno lo que quieres es ver saltar, correr, jugar a los chicos en las clases, los observa, va viendo su desarrollo, su motricidad, pero ahora hay que hacerlo desde la casa y el seguimiento es a través de actividades que los mantengan activos y de juegos para poder realizar con las familias" contó. Y se desenreda un mundo de contención que traspasa el pizarrón, los horarios, lo que corresponde y hasta donde uno puede.

"Primero los chicos involucraron a las familias y les contaron que estuvieron trabajando en las últimas clases, las reglas de los juegos, buscaron conectar lazos. Después el incentivo llegó por video y tenían que seguir bailes" y ya después todo fue mucho más cercano a pesar del distanciamiento físico. Hizo videos porque consideró que verla era una manera de que la sintieran más cerca.

Crear vínculos

Camila tiene 25 años, está recién recibida y fue su primera suplencia. "La verdad uno no hace las cosas para ser reconocido, amo mi profesión y quiero dar lo mejor de mí" dijo el viernes anterior a pascuas cuando entregó casa por casa, huevitos y chocolates a sus 11 alumnos en forma de despedida.

Enseñar es importantísimo, pero saber qué le pasa tu estudiante, qué necesita, es fundamental

"Porque era mi último día. Fui maestra de ellos muy poquito tiempo, pero me robaron el corazón. Me pareció oportuno ir casa por casa ya que no es lo mismo despedirse por medio de Whatsapp. Yo ya les había avisado a los papás de los chicos que iba a ir, así que prepare todo la noche anterior y no pensé que me iban a estar esperando. Pero así fue, algunos hasta cartitas y cosas hechas con sus manos me dieron. Pero lo mejor para mí fue que me esperaron. Ellos no sabían qué era lo que yo les iba a llevar" y el relato es pura emoción. Ese lazo especial que nace dentro de un aula entre adultos y niños desconocidos y de pronto es mucho amor. "Después que terminó el día, me puse a pensar si yo por algún motivo no iba... Creo que ellos hubieran sentido que les había fallado".

A la Escuela 57 asisten niños y niñas que no tienen muchas posibilidades económicas , "que en la casa le pasan cosas que quizás a su edad no tendrían que experimentar. Yo recién me recibí y tengo mucho que aprender. En el Instituto siempre nos hablaban de la importancia del vínculo, enseñar es importantísimo, pero saber qué le pasa tu estudiante, qué necesita, es fundamental" argumentó.

Y siguió, "a raíz de todo esto de la pandemia, las cosas se pusieron heavys en lo económico... Es triste que se les diga cosas a los docentes ahora porque muchos no saben que hay algunos que además de enseñar como pueden por medio de las tecnologías -que no todas las comunidades educativas tienen acceso, pensando estrategias para llegar también a aquellas familias sin conectividad- también resuelven otras cosas".

También hubo que ocuparse de las inquietudes de los chicos y chicas, qué era una pandemia, qué pasaba que el mundo estaba cambiando.

"Desde el momento que llegó la noticia y la difusión sobre cuidados ante Covid 19 y dengue, empezamos de inmediato a conversar con los niñes sobre estas cuestiones" contó Mariana, otra de las maestras que integran un gran equipo pedagógico y humano de la escuela ubicada en 9 de Julio y Canaveri.

"Inevitablemente los y las estudiantes se interiorizaron buscando información mediante el uso de las tecnologías en la escuela. Y ante la preocupación e interés por informarse y conocer de que se hablaba en todos los medios, fue necesario atender a sus intereses y dejar de lado por un momento lo estrictamente y prescriptivo curricular" dijo. Además reconoció como muchos trabajadores de la educación, "la adaptación a esta nueva modalidad de aprender no fue fácil". Para ninguno, tanto para los profes, como para las familias y los chicos.

"Como primera instancia y ante tanta incertidumbre lo primero que hicimos fue asegurarnos que desde lo pedagógico cada uno de nuestros niños y niñas tuviera acceso a libros con actividades y de inmediato armar grupos de Whatsapp" explicó desde su rol al frente del curso de 6º año.