El Instituto de Educación Especial Helen Keller funciona desde 1979 en José Luis Torres al 2957, pero en realidad existe desde 1960. Es un instituto abocado a la educación de niños, niñas y adolescentes con diferentes discapacidades, promoviendo la mayor calidad y equidad educativas posibles, con el objetivo de prepararlos "para la vida, la cotidianidad y el mundo del trabajo", y generar nuevas oportunidades para el futuro de sus alumnos.

Según explica Alejandra Vigneau, la directora de la institución, los estudiantes que concurren tanto a la sede principal como a "La Casa de Helen" (Aguilar 1847) están habituados a jornadas de 8 horas, donde no sólo participan de las propuestas pedagógicas, sino también desayunan, almuerzan y meriendan con sus compañeros y los docentes que allí trabajan, y participan en clases de Educación Física y Artística.

Helen Keller es parte del día a día de los chicos y sus familias. Por esa razón, cuando el Instituto debió cerrar sus puertas por la cuarentena obligatoria, hubo que repensar y reorganizar el proceso educativo de todos los alumnos que concurren.

Acostumbrarse a las nuevas rutinas

"La pandemia sin dudas nos planteó un gran desafío ya que para que el acto educativo se pueda llevar a cabo se necesita estar con un otro. Y en nuestro caso, que trabajamos con niños con discapacidad, se dificultó un poco más, ya que nuestros alumnos necesitan muchas veces del acompañamiento personalizado del docente y de la modelación a través del ejemplo", describe Vigneau.

Durante la jornada escolar los chicos no solo adquieren conocimientos curriculares, sino que también "aprenden a estar con otros, a jugar con otros, es decir, desarrollan las habilidades sociales que necesitan para vivir en comunidad", señala Alejandra. En los meses de aislamiento obligatorio, esta posibilidad de vínculo e interacción se vio impedida en su totalidad.

"Sin dudas lo que más afectó a nuestros estudiantes, y creo que a todos en general, fue la ruptura de las rutinas establecidas. A algunos niños les afectó más y a otros les afectó menos. Algunas familias nos manifestaron cambios importantes en la conducta de sus hijos, como por ejemplo auto-agresiones que, por supuesto fueron atendidos por profesionales de inmediato", relata la directora de Helen Keller.

Por esto, la institución buscó seguir brindando un apoyo para las familias y sus hijos a lo largo de la cuarentena. A través de video-llamadas, mensajes, grupos de WhatsApp y reuniones por Zoom, los docentes compartían actividades y juegos para que los alumnos completasen junto a sus familias. "Sin dudas el acompañamiento de la familia fue fundamental para que los estudiantes pudieran realizar las actividades enviadas por los docentes. Esto hizo que a veces la intervención del docente se diera hacia el integrante de la familia que acompañaba en la realización de las actividades a los chicos", explica Vigneau.

"Estos recursos resultaron muy beneficiosos ya que posibilitaban el ver al otro, a sus compañeros a sus docentes, aunque nos encontramos con la dificultad de la falta de acceso a estas tecnologías por parte de algunas familias", evalúa Alejandra.

Pero sin dudas, para Vigneau el formato que dio más resultado fue el cuadernillo con actividades impresas, las cuales los estudiantes iban haciendo con la guía del docente. Aunque esta herramienta también presentó sus dificultades: "tuvimos que trabajar sobre las expectativas que teníamos los docentes. Nos fuimos dando cuenta qué mandábamos mucho ejercicios. Por eso las fuimos priorizando y otorgando algunos descansos, no sólo para los niños, sino también para las familias, ya que la prolongación del aislamiento fue desgastando y agotando a todos", reflexiona la directora.

Regresar a las aulas

Según Alejandra Vigneau, la vuelta a clases fue muy esperada y anticipada tanto por los docentes como por sus estudiantes y sus familias. Pero, también trajo incertidumbre y miedos.

"Nos preparamos con mucha responsabilidad, adquiriendo los elementos de higiene necesarios aunque son caros, adaptando los distintos espacios de la escuela y realizando un cronograma estricto de sanitización. Armamos burbujas, escalonamos la entrada y salida de los estudiantes a la escuela", asegura Vigneau, satisfecha con la labor.

"No ha sido una tarea fácil pero los docentes están haciendo un gran esfuerzo para garantizar el cuidado de los chicos. Sabemos que es la única manera de cuidarnos desde la prevención y poder seguir encontrándonos en la escuela", resalta la docente y directora del Instituto de Educación Especial Helen Keller.

Alejandra no se queda únicamente con resaltar la dedicación de quienes trabajan en la institución, sino que también celebra a quienes se educan en ella. "Nuestros estudiantes nos han sorprendido gratamente. Se adaptaron rápidamente a las nuevas rutinas de cuidado y a las nuevas maneras de "estar" en la escuela. Tal como lo demostraron durante la no presencialidad, ellos son los héroes en esta historia", celebra Vigneau, y añade que también sus familias "saben de la responsabilidad con que cada una de las personas que formamos Helen Keller lleva adelante este desafío de educar en esta "nueva normalidad".

Volver a dar clases dentro de una escuela especial es muy diferente a hacer lo mismo en una escuela común, ya que las necesidades a cubrir dentro del proceso pedagógico no siempre son las mismas. "Las medidas preventivas nos alejan del otro, pero en el caso de la educación especial, hemos recibido un protocolo que flexibiliza algunas cuestiones, como el poder acercarnos físicamente al niño cuando necesita de nuestra asistencia. Obviamente esto nos lleva a acentuar el uso de elementos de protección e higiene", explica Alejandra.

En relación a la importancia de haber regresado a la modalidad presencial, Vigneau concluye: "La presencialidad es fundamental para garantizar el aprendizaje, tanto en nuestra escuela como en todas las demás, ya que es mucho más rico cuando se da con otros. En la escuela se aprenden mucho más que contenidos. Somos seres sociales, necesitamos compartir con nuestros pares".

Según finaliza la directora de Helen Keller, los meses que siguen representarán un "gran desafío", que dependerá del desarrollo de esta nueva normalidad dentro de las aulas. Además, resalta que el personal docente de la institución ya ha recibido la primera dosis de la vacuna contra el COVID19, y eso demuestra el verdadero compromiso por el cuidado propio, que a la larga termina protegiendo también a quienes nos rodean, y, sobre todo, a sus alumnos, por los cuales su esfuerzo vale la pena.