El mensaje de Ignacio Guido Hurban - Montoya-Carlotto es realmente integrador y absolutamente alejado de las dicotomías realmente irreductibles que han atravesado las conciencias argentinas durante toda su historia y que se continuaron paradójicamente durante la última década. Digo "paradójicamente" porque el mismo Néstor Kirchner enarboló la bandera de una propuesta superadora de esas contradicciones que habían llevado a los argentinos a un permanente desencuentro. "Todo lo que hicimos hasta ahora no ha funcionado; probemos, entonces, otra cosa. No se puede vivir en los opuestos, ‘vos contra mí’, y a partir de ahí construir una historia. Y la verdad es que desde allí nunca se han construido buenas historias a partir de eso. Por el contrario, no es ‘vos contra mí’, sino ‘yo con vos’ y no para ponerse en contra de nadie sino a favor de todos", dijo Ignacio Guido.

Un filósofo alemán, W.F. Hegel, suponía que a la Historia la mueve un juego de opuestos que se resuelven en una síntesis. Previo a su teoría, esa contradicción, así la planteó Sócrates, se resolvía optando por uno de esos polos y, en consecuencia, excluyendo al contrario. El alemán encontró una síntesis como superadora de esa oposición.

Lo que propone Ignacio Guido es algo parecido a eso. Tenemos que "tratar de resolver una serie de situaciones que se han venido dando en este país desde hace muchísimo tiempo y que no solamente tienen que ver con la dictadura y con lo que ésta dejó o de lo que pasa políticamente, ni futbolísticamente, sino que tienen que ver con todo, con la capacidad que hemos generado para dividirnos y de sentirnos cómodos porque tenemos un enemigo que vive en la otra cuadra. Y en realidad no pasa por ahí, porque ese tipo que vive en la otra cuadra es igual que vos, se va a morir, le van a agarrar las mismas enfermedades, sufre de la misma manera y tenemos tanto en común que no lo soportamos. Entonces aprender eso significa un gran desafío", expresó a este Diario el último miércoles.

Y para aventar toda sospecha de ingenuidad en sus palabras, Ignacio Guido advirtió que no se trataba de perdonar todo, indiscriminadamente, ya que "cada uno deberá hacerse cargo y hacerse responsable de sus actos. Y esto no tiene que ver con una actitud revanchista ni con una cacería de brujas..., no, para nada. Indudablemente hay gente que tomó decisiones y tendrá que enfrentar a la Justicia. Nosotros, que ya tenemos o vamos a tener hijos, cuando los tenga quiero que se encuentren con un mundo, una cuadra, un barrio un poquito mejor. Un país con más sentido de humanidad. Que esos hijos no tengan que andar haciendo fuerza para poder sonreírnos y para poder construir más allá de las diferencias, simplemente porque si todos fuéramos iguales sería aburridísimo".

Vale la pena volver a referir estas palabras. Su mensaje es tan conmovedor como preciso. Por su espíritu integrador, comprensivo de la vida y por su enorme lejanía de la complacencia demagógica, lo que expresa este nieto recuperado contiene un fuerte sabor a verdad. Su reflexión es una síntesis conceptual, cultural y profunda de la dicotomía nacional que incluye, además, a la justicia institucional como el canal idóneo de lo que no se puede resolver sólo con un cambio en las conciencias.