El Asperger es una condición neurobiológica congénita, es decir, se nace con ello, y el cerebro de la persona percibe e interpreta el mundo y sus relaciones de manera diferente, es por ello que interactúan con el mundo que los rodea de manera distinta.

La forma diferente en que perciben el mundo, les permite tener habilidades en ciertas áreas, a veces bastante sobresalientes, aunque encuentren barreras en la socialización.

Oficialmente el nombre del síndrome de Asperger ha cambiado. Actualmente esta condición se la conoce como Trastorno del Espectro Autista (TEA), una condición que afecta la forma en que una persona percibe y socializa con los demás, causando problemas en la interacción social y la comunicación.

El psiquiatra austriaco Hans Asperger fue quien describió por primera vez esta condición al identificar un comportamiento similar y poco frecuente en un grupo de niños. A pesar de que sus estudios fueron publicados en el año de 1943, no sería hasta la década de los años 90 que sus notas y descripciones tomaron valor para los estudiosos del autismo y enfermedades neurológicas en general.

El principal problema de las personas con Asperger es la forma en que se relacionan con otros individuos, o sea, las relaciones sociales.

Relacionarse suele ser algo intuitivo para la mayoría de las personas neurotípicas, es decir, todas aquellas personas que no están dentro del espectro autista, a diferencia de las personas con Asperger, que tienen bastantes dificultades para relacionarse y compensa aprendiendo de manera racional, intelectual.

Las personas con este síndrome son muy inteligentes y a pesar de sus alteraciones llegan a terminar una carrera profesional, con un desempeño académico alto, entablan relaciones de pareja y amistad, es decir, hacen una vida casi común.

Cambios e investigaciones

En 2013, la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó la clasificación de Síndrome de Asperger y lo incluyó como parte del Trastorno del Espectro Autista, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su versión V (DSM-V).

Según la clasificación de dicha Asociación, expresado en el DSMV, el Trastorno del Espectro Autista incluye tres niveles de severidad, dependiendo de la necesidad de ayuda que requiera la persona, por lo que el Síndrome de Asperger corresponde al Trastorno del Espectro Autista (TEA) nivel 1.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11, mayo 2018) desaparece el Síndrome de Asperger y los Trastornos del Espectro Autista quedan incluidos dentro de los Trastornos del Neurodesarrollo.

Por lo tanto, aún no se ha determinado si el autismo de alto funcionamiento difiere del SA y, si es así, de qué manera.

Estigma y discriminación

La OMS estima que en todo el mundo uno de cada 160 niños tiene Asperger o Trastorno del Espectro Autista (TEA). Las personas con este tipo de trastornos a menudo son objeto de estigma, discriminación y violaciones de los derechos humanos.

"El Síndrome de Asperger es una condición del neurodesarrollo, una variación del desarrollo que acompaña a las personas durante toda la vida. Influye en la forma en que éstas dan sentido al mundo, procesan la información y se relacionan con los otros", explicó la neuróloga Daniela Sosa.

La especialista indicó que aunque se desconoce su causa, un consenso entre la comunidad científica afirma que puede ser de orden neurobiológico. Esta condición tiene una mayor incidencia en varones que en mujeres. "Hay una aceptación universal acerca de que el síndrome no se produce por problemas afectivos ni por el tipo de educación recibida. En las mujeres se manifiesta de una manera más sutil y encubierta. Con anterioridad fue incluido entre los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) y en el presente se encuentra incorporado dentro de los Trastornos del Espectro Autista (TEA)", amplió la especialista del centro médico DIM.

Las características y principales áreas afectadas del síndrome en los primeros años de manifestarse son: la interacción social; la comunicación; preocupaciones y rangos estrechos de intereses; las rutinas repetitivas, los rituales e inflexibilidad.