Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que Bolivia se encuentra entre los países con mayor cantidad de “trabajadores mal pagados” en Sudamérica, ocupando el tercer lugar regional y el cuarto en Latinoamérica. El análisis fue destacado por el economista Luis Fernando Romero Torrejón, presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija, quien explicó las implicancias y causas de este fenómeno.

Contexto y cifras alarmantes

Según la OIT, un “trabajador mal pagado” es aquel que percibe menos del 50% del salario medio por hora en su país. En Bolivia, esto representa el 21% de la población trabajadora, es decir, más de uno de cada cinco empleados tiene ingresos insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

El análisis del economista Romero resalta una gran diferencia entre los asalariados y no asalariados en Bolivia. Mientras solo el 8,8% de los asalariados caen en esta categoría, el porcentaje se eleva al 29,7% entre los trabajadores no asalariados, evidenciando la precariedad laboral que enfrenta gran parte de la población.

Comparativa regional

En Latinoamérica, Guatemala lidera el ranking con un 51,4% de trabajadores mal pagados, seguido por Perú (25,1%) y Argentina (21,1%). Bolivia ocupa la cuarta posición. En contraste, países como Brasil y México presentan los índices más bajos, con apenas un 10,8%.

Causas identificadas

Romero subraya que la alta informalidad laboral en Bolivia es uno de los principales factores detrás de esta situación. “Cuando la informalidad es más grande, existe más precariedad en los ingresos de los trabajadores, lo que genera un empleo de muy baja calidad”, explicó.

Asimismo, la coyuntura económica y política actual agrava la situación. Según el economista, el aumento de la inflación, los riesgos de recesión económica y la creciente informalidad laboral podrían deteriorar aún más las condiciones de los trabajadores en Bolivia.

Proyecciones y advertencias

Romero advierte que de no tomarse medidas efectivas, el país podría enfrentar un incremento significativo en el número de trabajadores mal pagados, lo que a su vez aumentaría la pobreza laboral y la desigualdad. “Si sumamos una recesión económica combinada con una mayor inflación, no solo habrá más trabajadores mal pagados, sino también más trabajadores en situación de pobreza”, destacó.

El análisis del economista pone de manifiesto la urgencia de implementar políticas que promuevan empleos de calidad, reduzcan la informalidad y fomenten un crecimiento económico inclusivo. De lo contrario, Bolivia podría consolidarse como uno de los países más afectados por la desigualdad salarial en la región.