Bolívar generó los 2 resultados más importantes entre domingo y martes, primero ganando el clásico de manera inobjetable 4 a 1 y luego derrotando a San Antonio Bulo Bulo 3 a 1 de visitante en Entre Ríos. Vaya que le hicieron bien ambas victorias. Los celestes de pronto y luego de tener una diferencia considerable de 9 unidades sobre su inmediato perseguidor The Strongest había mostrado “un bajón” repentino y sus presentaciones no eran las más adecuadas como para consolidar su favoritismo de alcanzar el título del torneo todos contra todos con anticipación.

De alguna manera y por los resultados de algunos partidos, la Academia hacía dudar en su diferencia de puntos, en relación con el cuadro atigrado, que se acercaba peligrosamente, haciendo incluso pensar en un encuentro de desempate por igualdad de unidades. El siempre famoso término de la “casuística” a estas alturas del certamen, hacía revisar el reglamento de campeonato y comenzar a tomar en cuenta puntos que, llegado el momento, deben aplicarse.

Sin embargo, el clásico del domingo pasado, sin representar un punto de inflexión, pues Bolívar nunca perdió el liderato en la tabla, fue la vitamina que insufló fuerzas a los celestes para estar convencidos que cuentan con todos los recursos y elemento humano, necesarios en este tipo de definición de año deportivo: jugando cotejos cada 48 y 72 horas, no tener tiempo de hacer trabajos específicos de recuperación y vivir un torneo maratónico antes de fin de año para culminar la agenda de actividades 2024, que a la Federación Boliviana de Fútbol se le ocurrió imponer, paralizando el torneo varias veces, para que los clubes cedan sus jugadores a la Selección Boliviana en los partidos de eliminatoria mundialista. Perjuicio total.

El ritmo trepidante de encuentros, indudablemente está haciendo que los equipos muestren una merma en su rendimiento; los jugadores están cansados y la producción ha bajado por un tema lógico de desgaste físico. ¿Quiénes se benefician de esto? Los clubes que cuentan con equipos largos, que tienen la capacidad de rotar jugadores y no ver mermado su rendimiento deportivo. Claramente Bolívar es uno de ellos.

El equipo celeste, ciertamente encontró en el Clásico, la vitamina necesaria para consolidar su primer lugar en la tabla. Ampliamente superior, derrotó sin atenuantes a su tradicional rival, ratificando su fuerza de sentirse ganador ante San Antonio y además de visitante. El equipo de Entre Ríos que lo tuvo a mal traer durante todo el año y al que no pudo vencer en los dos torneos de la temporada. Lo del martes fue una nueva dosis de estímulo, que coadyuba a su desempeño en la recta final. Motivación extra, al saberse ya clasificados a la Copa Libertadores 2025, independientemente del lugar con el que terminen figurando en la tabla de colocaciones.  

Bolívar llega a estos últimos partidos con su equipo completo y confirmando un gran año deportivo para jugadores como: Bruno Savio, “Tonino” Melgar, Erwin Vaca, Ramiro Vaca, Patricio Rodríguez, Leonel Justiniano, Fabio Gómez, José y Jesús Sagredo, Yomar Rocha y el portero Rubén Cordano. Sin olvidarnos de destacar a todos quienes alternan de acuerdo a necesidad y requerimiento, marcando la diferencia en los últimos días del año.

Cuán necesario es que un club cuente con una plantilla amplia y que ésta, se acomode a las exigencias de un torneo como el de nuestra División Profesional, tan incierto, volátil y marrullero, que queramos o no, nos toca vivir a todos. Dura realidad, pero que ya no nos sorprende de ninguna manera.

El Tigre, entre tanto, seguro dará pelea hasta el último; hoy ya alejando del líder, pero menos un partido, lo que aún le da fuerzas para pelear y veremos qué pasará con los aurinegros en los compromisos que cierren la temporada 2024. Después, seguro vendrá el tiempo del análisis y evaluación, con muchos cuestionamientos, entre los que aflorará la gran pregunta, ¿Qué le pasó a The Strongest este año?

Lo más seguro, pensando en voz alta y escribiendo este texto, me atrevo a decir que la dirigencia fue muy permisiva con su entrenador y los famosos viajes a EE.UU. por temas familiares, dejando en orfandad al primer plantel, incluso en partidos internacionales de Copa Libertadores. Los jugadores, se sintieron solos, sin un conductor responsable, que priorizó otros temas (su razón habrá tenido), pero fue sin lugar a dudas, el quiebre entre lo bueno y lo malo del rendimiento del equipo este año. Irregular para ellos.

Faltan partidos y aún hay algo más de tela por cortar, estamos expectantes en saber qué pasará con el futuro de la División Profesional y puntos que los dirigentes deben definir. A ver qué sorpresas tendremos los bolivianos con nuestro deficitario fútbol en un incierto 2025. Ojalá se encuentren las estrategias para parar la crisis económica que tiene a varios clubes al borde de la desaparición. A muchos jugadores impagos desde hace meses y a una situación de futuro que solo genera interrogantes de inseguridad y desazón.