Miguel Viñuales

El miércoles pasado tuvo lugar una charla sobre control de parasitosis, en el marco del Programa de Fortalecimiento Ganadero que es impulsado en forma conjunta por la Municipalidad, la Sociedad Rural y prácticamente todas las instituciones y círculos profesionales vinculados al sector agropecuario.

El encuentro se realizó en el auditorio Luciano Fortabat de la Sociedad Rural, al que concurrieron unas 100 personas, y estuvo a cargo de un equipo conformado por los veterinarios Pedro Steffan, César Fiel y Carlos Entrocasso, que desde hace muchos años vienen trabajando juntos con una orientación particular: el control sustentable de parasitosis.

Según los profesionales, el concepto de sustentabilidad en el control y tratamiento no es algo que implique dificultades adicionales ni costos elevados, sino que -por el contrario- redunda en el beneficio productivo y económico de cada explotación.

Este concepto dio lugar a un programa de trabajo estandarizado y que, según los profesionales, ha demostrado ser efectivo en una amplia gama de condiciones territoriales y climáticas, permitiendo luchar contra el nuevo "fantasma" del control de parasitosis: la resistencia de las lombrices internas a los grupos químicos disponibles en el mercado.

Por mi culpa

La introducción al tema fue realizada por el Dr. Carlos Entrocasso, que eligió una afirmación contundente para plantear la problemática presentada por el control de la parasitosis: "Las enfermedades parasitarias no son un accidente, sino algo propio de la naturaleza de los sistemas pastoriles. Cuando se llega al estadio de parasitosis a niveles clínicos, es porque no se han hecho los controles previos", explicó.

"Es como un témpano, cuando se detecta una pérdida de peso clínica de 40 kilos, lo que en realidad sucede es que solo vemos los últimos 10, pero los primeros 30 se perdieron sin que nos demos cuenta, de manera subclínica", dijo, con un ejemplo más que elocuente.

La categoría más sensible a este problema es el ternero luego del destete y hasta la primavera pastoril, ya que se trata de un período clave en el desarrollo del animal, y entonces ya no se trata simplemente de kilos perdidos sino de un futuro novillo o vaquillona que no tendrá el desarrollo óseo, glandular y muscular normal, de por vida.

Te acordás, hermano...

El retome de la exposición estuvo a cargo del veterinario Pedro Steffan, quien enmarcó las palabras de Entrocasso en un fenómeno reciente: la resistencia de los parásitos a los grupos químicos desarrollados por la industria farmacéutica. "Es el fin del control parasitario ''fácil'' de los primeros tiempos", explicó el profesional, haciendo alusión a lo que se suele expresar en agricultura frente a la aparición de malezas cada vez más resistentes a los agroquímicos.

Steffan indicó que, a diferencia de las enfermedades infecciosas, en que las vacunas son cada vez más efectivas y permiten un marco de prevención, la parasitosis interna es algo frente a lo cual el animal no tiene defensas, y que es el manejo inadecuado que se ha hecho en los establecimientos la principal causa de pérdidas y resistencia al control.

Haciendo un repaso histórico de los diferentes tipos de productos disponibles para control de parásitos y sus bondades, remarcó que el hábito generalizado de hacer controles periódicos sin diagnóstico previo fue dando lugar a un fenómeno de resistencia de las lombrices que, en algunos establecimientos, literalmente no permite trabajar y no parece tener solución fuera de la instauración gradual de un programa como el que ellos vienen desarrollando.

"Hay que tener presente que es un fenómeno de 30 años, en que no se han desarrollado nuevos productos que propongan un cambio radical en la manera de controlar el parásito. La gradual disminución proporcional del costo de la dosis frente a las bondades de un producto, sobre todo la ivermectina, ha conducido a una sobreutilización", indicó.

También expuso un fenómeno interesante: por una cuestión de menor practicidad frente a los otros grupos químicos, los levamizoles dejaron de utilizarse hace bastante tiempo y en la actualidad representan la única solución para algunos establecimientos por no existir resistencia. Otro hecho curioso, aunque lógico, es que los establecimientos más afectados son los que funcionan de manera más ordenada, con calendarios fijos de desparasitación y pastoreos rotativos con altas cargas instantáneas.

Silencio en la sala

El cierre de la jornada fue realizado por César Fiel, quien retomó con la afirmación inicial de Steffan sobre el fin de los tiempos en que el control era fácil. Acorde al tono humorístico y a la vez claro y contundente de sus compañeros, desafió al auditorio con un "¿Y entonces, qué hacemos?", que dio lugar a sonrisas generales pero ningún comentario, con un silencio más que elocuente.

Dejando en claro que las resistencias son circunstancias propias de cada establecimiento y no fenómenos generalizados, hizo hincapié en un sistema de control de parasitosis sostenible en el tiempo, y basado en el diagnóstico eficaz, pormenorizado y oportuno como punto de partida de la aplicación de productos químicos. Para ello es fundamental una cadena de trabajo que incluye al productor, al veterinario y al laboratorio de análisis.

"El problema debe ser atendido y solucionado por los veterinarios, pero no es nuestro sino de los productores, así que son ellos los que deben tomar la determinación de trabajar de esta manera para minimizar las pérdidas", explicó.

Volviendo al ejemplo del iceberg, explicó que la pérdida que se detecta a campo, a simple vista, es únicamente lo que está "sobre la superficie", los últimos 10 kilos, pero los otros 30 solo pueden detectarse mediante un monitoreo periódico efectuado por veterinarios, y el análisis de muestras de material fecal.