Silvana Melo

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Cíclicamente, la ruta nacional 3 vuelve a ser noticia. Por la muerte o por las promesas incumplidas. La última asegura que este mes se licitará la autovía Monte - Las Flores. Y en Azul aplauden que en una segunda etapa le tocará al tramo Azul - Las Flores. Ese trayecto que, entre 2006 y 2013, se devoró 91 vidas. Por el que transitan entre 5.000 y 8.000 vehículos diariamente. Históricamente angosta y emparchada, la ruta 3 no está hecha para semejante tránsito, para el inmenso peso de la carga productiva del centro de la Provincia ni para los automóviles de alta gama que superan a 200 km/hora a pesados camiones con ganado o semillas. A pesar de las promesas cíclicas, las autovías salvadoras (el adjetivo es estricto: los choques frontales dejan de existir) están lejos de realizarse. Y, con suerte, estarán unidas Monte y Azul dentro de una década (o dos). Mientras tanto, arreglos, parches, fresados, bacheo en caliente. Y una señalización horrible con líneas de paso alcohólico, como se ve en las imágenes. Una trampa mortal para el invierno, la noche, la neblina y la lluvia.

Sólo entre 2006 y 2013, la ruta 3 entre Monte y Azul (254 kilómetros) fue escenario de 128 accidentes, con 91 muertos y 247 heridos. La estadística es propia del Centro Empresario de Azul (CEDA), sumamente comprometido en la lucha por que los gobiernos prioricen una autovía en una de las rutas más transitadas (y más peligrosas) del país. Por la que pasa "el 85% del transporte de carga de la Provincia y el 100% del transporte de pasajeros", según el senador Héctor Vitale (Frente Renovador). Que habla desde su banca, pero también desde su condición de usuario sin resignación de la 3.

70 años no es nada

El primer tramo pavimentado de la ruta 3 cumplió 76 años. Fue en 1942 cuando se construyó el tramo Monte - Las Flores y entre 1954/1957, Las Flores - Azul. En principio el pavimento tuvo 6 metros de ancho y más tarde se amplió (por tramos) hasta los 7,50 metros actuales. Que, de todas maneras, deja un mínimo aire entre dos camiones. O entre un camión y un micro de larga distancia.

La autovía que transita desde el Acceso Sur a Cañuelas hasta el cruce con la ruta 41 (cerca de Monte) "es una Autovía de dos calzadas separadas, de dos carriles cada una, sin control de accesos y con cruces a nivel", analiza un informe del Instituto Argentino del Cemento Portland. "Dado que el tramo Buenos Aires - Cañuelas suele hacerse por la autopista a Cañuelas, esta sección de la Ruta 3 tomó un carácter casi urbano".

Los 254 kilómetros entre Monte y Azul "atraviesan y vinculan a una de las zonas productivas más importantes del país, dentro de la que se puede encontrar una infinidad de explotaciones agrícolas, ganaderas, industriales y mineras: recorre los partidos de San Miguel del Monte, General Belgrano, Las Flores y Azul y vincula además en forma indirecta a otras 17 localidades de la provincia de Buenos Aires que se encuentran en su zona de influencia desde Cañuelas hasta Olavarría", sostiene el informe.

Nada de esto es gratuito: circulan por esta zona productiva entre 5.000 y 8.000 vehículos (según Vialidad Nacional), la mayoría de ellos de gran porte, muchos con sobrecarga, que determinan la rotura de la ruta y el tránsito por un camino peligroso e inseguro. En síntesis: la ruta 3 no está preparada para semejante actividad productiva sin la puesta en marcha del ferrocarril.

Vitale recuerda que "en más de 70 años de vida la ruta tuvo escasísimas actualizaciones, mientras que en los últimos años el parque automotor aumentó a razón de 800.000 vehículos anuales". Entonces replica el contundente cálculo de Guillermo Laura (autor del plan de Autopistas Inteligentes): "Con la cantidad de autos nuevos por año alineados se llega a 4.200 kilómetros. Pero se construyen apenas 26 kilómetros de autopistas anuales".

Saturación

Por eso es tan incomprensible la postergación de obras en una ruta con tanta demanda. Y que deja a merced de una red vial vieja, deteriorada e insuficiente a uno de los sectores de mayor flujo de producción y carga. Así se produce aquello que todos quienes viajan a capital federal con cierta asiduidad viven inexorablemente, sea en automóvil o en micro, en la conducción o como acompañante: saturación de la ruta, largas filas de camiones que no superan los 80 kilómetros, otros que sí los superan e inician adelantamientos temerarios de tres o cuatro de sus colegas, la carpeta de pavimento sumamente deteriorada, ahuellada, poceada y con pésima señalización.

El viaje se hace eterno, los costos aumentan y el riesgo de accidente (fundamentalmente de choques frontales) se multiplica, por las propias imprudencias o por las de los otros. Y por la circulación en una ruta de doble mano.

En este panorama, a partir del tránsito pesado que destruye la ruta, Vialidad desparrama contratistas y anula un carril con tanta frecuencia como la rapidez del deterioro. Entonces se practican fresados y la ruta pasa a estar más alta de una mano que de la otra, separadas ambas por una especie de escaloncito que, a una velocidad importante, es muy posible que descontrole el vehículo. Y la falta de control expone inexorablemente a un choque frontal. El fresado, algo así como el arado del pavimento, genera ruido y vibración en el automóvil. La falta de señalización mientras tanto (las fotos son más que elocuentes a la hora de analizar el desquicio de las líneas, que van en zigzag y en determinado momento se van de un carril al otro) convierte a la ruta en una temeraria incógnita.

Vitale recuerda un dato histórico que habla del atraso: "En 1917, en Michigan, Estados Unidos, se pintaba la primera línea de separación entre dos manos. Nosotros todavía, casi cien años después, hacemos lo mismo. Apenas una línea de separa de aquel con quien hay que evitar chocar".

Centralismo y muerte

Las estadísticas del Cesvi Argentina entre 2004 y 2011 exhiben las rutas en las que más accidentes se producen. El dibujo es éste: ruta nacional 9 (Panamericana en el Gran Buenos Aires), 6,9%; ruta nacional 3, 6,2%; ruta nacional 7, 5,4%. La 3 es la segunda ruta más peligrosa del país. Y no se la prioriza en la construcción de autovías. Inexplicable.

Según Luchemos por la Vida en 2013 murieron 7.896 personas en las rutas argentinas. 22 por día, 658 por mes. La provincia de Buenos Aires pega primero y lejos, muy lejos: 2.457 muertes. Con el inestimable aporte de la ruta 3 y sus colegas provinciales, literalmente devastadas por el tránsito y la falta de mantenimiento. Para comprender mejor la brutalidad de la cifra, segunda está Córdoba, con 553. El senador Vitale cuenta "siete muertos por día en accidentes, mientras que son 3,5 diarios por hechos de inseguridad, según los números de la Procuración".

El legislador define a la ruta 3 como "una metáfora del centralismo político: Scioli debió ponerse a la cabeza del reclamo de construcción de la autovía", sin admitirse la excusa de que es una ruta nacional. "Es nacional pero atraviesa su provincia, transita su producción, recauda y se matan sus comprovincianos. Es imprescindible una fuerte decisión política para plantarse". Pero "ahora todas las pilas están puestas en la autopista Buenos Aires - La Plata... todo se piensa desde el puerto y para el puerto", ironiza Vitale.

Mientras tanto, esos 350 kilómetros que separan a Olavarría de Capital Federal son cada vez más una explosiva alquimia de doble mano angosta, superpoblación de camiones, deterioro y deformación de la ruta, demoras, angustias y maniobras peligrosísimas. Con la vida pendiente de una línea torcida. La única alternativa es la 51 - 205. Pero ésa es para otra nota.

Azul y el enlace

Hace veinte días, el Concejo Deliberante de Azul aprobó un proyecto para exigir la construcción de la autovía desde el cruce con ruta 226 hasta Chillar. El dato político de inevitable lectura: dicen que "creció el tránsito en el tramo tras la construcción del enlace Néstor Kirchner (3 - 226) y que perjudica a Azul colateralmente el creciente vínculo de Chillar con Olavarría". Se trata de aquel enlace crucial para la ciudad, que se pidió durante décadas que terminó inaugurado en Azul por diferencias con el eseverrismo. Por un intendente de Azul imperturbable, que sabía que no podía mostrar demasiada alegría por algo que habían rechazado históricamente pero que a la vez debía sonreírle a la Presidente.

Los concejales pidieron el impulso de la gestión de la autovía Monte - Azul y describieron el aumento del tránsito en el sector a partir del enlace y el perjuicio a los azuleños. Y en reunión con el intendente José Inza, la agrupación Estrellas Amarillas sugirió que se levante la cabina de peaje de Cacharí para instalar "un puesto de gendarmería con una balanza para pesar los camiones que transitan por la ruta 3". La sugerencia implica dos aristas: por un lado, la certeza de la sobrecarga que destruye la ya insuficiente red vial; y por otro, la escasa incidencia de las empresas concesionarias de peaje, que recaudan a gran escala pero su contraprestación se reduce al mantenimiento de cartelería y corte de pasto. Un negocio espectacular.

Adriana Capuano en la ruta 3

"Tengo largas horas de mi vida recorridas en la ruta nacional 3, en micro, auto, camioneta, etc., en distintas etapas: como estudiante y como trabajadora.

"El tema que pareciera limitarse casi exclusivamente a la órbita de la obra pública, adquiere dimensiones muy complejas e involucra distintas variables para aquellos que viajamos diariamente por esa ruta, o tenemos familiares o amigos que lo hacen en forma permanente.

"Lo que vivimos a diario es el mal estado de la ruta 3, los conductores que no respetan reglas básicas de tránsito, los camiones que en la autovía no conservan su derecha y hacen caso omiso a las señales de los conductores que dudan de pasarlos para evitar cualquier maniobra riesgosa. Peajes que aumentan sin que se note una mejoría en el estado de la cinta asfáltica, ni banquinas, ni demarcaciones, un tránsito de vehículos francamente en aumento, fundamentalmente de camiones, debido al indiscutible aumento de los sectores productivos que ha dinamizado este gobierno.

"Además, cuestiones sociales vinculadas a las protestas o inseguridad por el accionar de los piratas del asfalto, que también obligan a los camiones a tomar medidas preventivas (como ir pegados sin respetar las distancias mínimas), que obstaculizan las posibilidades de paso de los micros y otros vehículos.

"Si se viaja a Capital y se piensa en la ruta 51 como alternativa, también se encuentra saturada de camiones, que al no ser controlados en su carga, han destrozado en pocos años el asfalto.

"Una de las soluciones más visibles es la de realizar la tan anhelada autovía. Considero que vamos a tener esa tan anhelada obra pública concretada e iniciada con esta gestión de Cristina.

"Las muertes, heridos e inválidos que dejan los accidentes son clara evidencia de que se trata también de una problemática de salud pública. Lo saben bien los intendentes y autoridades de los hospitales públicos municipales y/o provinciales que a diario hacen frente a estas tragedias, que insumen recursos muy valiosos, tanto humanos como económicos". (Adriana Capuano es concejal por el Frente para la Victoria - Partido Justicialista).