El gobernador de California Gavin Newson firmó en 2019 el proyecto de ley SB 328, corrió el tiempo y a partir del próximo otoño boreal se retrasará el comienzo de la jornada escolar para las escuelas secundarias y preparatorias en este estado de la costa oeste de los Estados Unidos. 

La iniciativa tuvo importantes apoyos: la Academia Estadounidense de Pediatría y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), que se pusieron al frente del tema desde que fue presentado el proyecto. 

Esta legislación atiende algunas excepciones, como los distritos escolares de zonas rurales, debido a los inconvenientes para ajustar los horarios en el recorrido de los micros escolares. 

Así, California se convertirá a partir de septiembre en el primer estado en requerir que el inicio de clases sea más tarde, como respuesta directa a investigaciones médicas que señalan que la mayoría de los adolescentes no duermen lo suficiente producto de cambios en sus relojes biológicos que les impiden irse a la cama más temprano. 

En la Argentina, nadie para hablar del tema como el doctor Diego Golombek. 

Es un doctor en Ciencias Biológicas y divulgador científico especialista en cronobiología, que se desempeña como profesor titular en la Universidad Nacional de Quilmes y como investigador superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). 

Consultado desde distintos ámbitos una vez que esta norma trascendió las fronteras de USA, sobre todo para evaluar la alternativa de su aplicación en la Argentina, el doctor Golombek ofreció ayer una entrevista exclusiva a EL POPULAR. 

"La iniciativa de California no es la primera ni la única. Hay una tendencia en varios estados de los Estados Unidos, así como en otros países, a retrasar el inicio de las clases, particularmente en el turno mañana del colegio secundario" advirtió. 

"Esto se sustenta en evidencia muy sólida acerca del cronotipo de los adolescentes, entendiendo por 'cronotipo' el horario de preferencia para determinadas tareas" explicó. 

"En la jerga decimos que los adolescentes son 'buhos', o sea que tienden a hacer todo más tarde. Por supuesto por razones culturales, pero además esas razones culturales se montan sobre una necesidad biológica" añadió. 

El doctor Golombek observó que a los chicos les resulta natural hacer todo más tarde: irse a dormir más tarde, estudiar, chatear, actividades sociales más tarde.  

"Pero al día siguiente el colegio empieza muy temprano, con lo cual comprimen sus horas de sueño y están literalmente dormidos en las primeras horas de la mañana" indicó. 

"Un poco más de sueño -media hora, una hora- es una gran diferencia. Rinden mejor, sus notas son mejores, su desempeño académico es mejor, faltan menos y se enferman menos" enunció el prestigioso investigador argentino. 

Diego Golombek ha construido una carrera merecedora de múltiples galardones: por sus tareas de divulgación científica ganó el premio Konex 2007 y nuevamente en 2017, esta vez el Konex de Platino. 

"En las escuelas que son de turno extendido, como la mayoría en Estados Unidos, es más fácil de implementar el cambio. Cuando son de turno simple por supuesto que hay toda una logística, una ingeniería que hacer porque el horario escolar es un poco un ancla social" marcó. 

En este contexto, no está de más una apreciación científica acerca de lo que significa "dormir bien", sobre lo cual el doctor Golombek reveló que "se refiere a dormir la cantidad mínima de horas recomendadas, que son 7 horas en adultos, 8 horas en adolescentes y 9 en niños y niñas". 

"Pero también significa dormir con una calidad adecuada, en un lugar adecuado, con una higiene del sueño adecuado y en el horario que corresponde. Somos animales diurnos, que hemos evolucionado para estar despiertos de día, expuestos a la luz solar, y dormir de noche" referenció. 

Cuando se afecta tanto la cantidad de horas, como la calidad del sueño o el momento en el cual ocurre, "después hay consecuencias, sobre todo si existe alguna deficiencia crónica, como estar somnolientos durante el día; estar de mal humor, porque dormir mal implica un cambio en el estado de ánimo y también tener problemas de accidentes, productividad y de salud, particularmente trastornos metabólicos. El dormir mal afecta notablemente al metabolismo". 

En su valiosa trayectoria, el doctor Golombek también se desempeñó como asesor científico del programa "La Fábrica", que se emitía en Discovery Channel, y fue conductor del programa "Proyecto G" en el canal Encuentro. 

En lo específico, de cambiar la organización escolar, reflexionó: "Cuando nosotros decimos que hay que comenzar más tarde, particularmente la secundaria porque es cuando el reloj biológico está más retrasado con respecto a otras edades, no estamos hablando de empezar en cualquier instante del día". 

"Estamos diciendo que no empiece antes de las 8 el colegio secundario, e idealmente que no comience antes de las 8.30. Por supuesto, esto trae sus trastornos, hay que ver qué pasa con el horario de trabajo de los padres, con el transporte escolar, con el turno tarde" mencionó el doctor Golombek.  

"Pero si estamos hablando de un retraso relativamente breve, consideramos que es posible realizar una logística adecuada y los beneficios serían muchos mayores que los perjuicios. Está la exposición a la luz; particularmente en invierno, que los chicos se despiertan de noche, van a la escuela de noche" sostuvo.  

Golombek calificó a la luz de la mañana como una especie de nafta del reloj biológico: "Es la que nos pone en hora, nos da energía, nos pone más alertas; perderla implica que en el día no va a estar bien sincronizado, así que hay muchas ventajas como para hacerlo". 

Se refirió a las particularidades de la Argentina, donde la mayoría de las escuelas tienen un simple turno, entonces recomendó "hacerlo bien, con cuidado, sin modificar cuestiones para los padres, para los docentes, para otros turnos. Pero es posible hacerlo y, sobre todo, es deseable". 

La pandemia, los cambios culturales, el tiempo que pasan los adolescentes delante de las pantallas de los dispositivos electrónicos -hasta altas horas de la noche- son una pintura casi imposible de diluir a esta altura para los padres. 

Y ello incide en el sueño y en el rendimiento escolar. 

"Es muy difícil imponerles límites a los chicos, por esto que les resulta normal, natural hacer todo más tarde, y culturalmente también. La previa a una fiesta empieza a la medianoche o a las 2 de la mañana y es difícil correrse de esto" reconoció. 

"Sin embargo, cuando uno logra hacer una prueba piloto con adolescentes, sienten el efecto y el beneficio de dormir más y dormir mejor, en un horario adecuado y adhieren un poco más a estas cuestiones".  

"Por supuesto no es el único enemigo; también está la 'luz mala', que es la luz LED de las pantallas, que da luz en una longitud de onda y en un color que es el que más estimula el reloj biológico. Entonces el estar con la tele, la tablet, el celu a la noche en la cama es ahondar el problema" diagnosticó el doctor Golombek. 

Eliminar las pantallas del dormitorio de los adolescentes no entra en el universo de posibilidades para el científico.  

"Al menos hay que limitarlas, y eso se logra con mucha charla, mucho convencimiento y mucha evidencia. Cuando uno cuenta esto a los adolescentes escuchan, y algún pequeño avance se puede hacer" rescató. 

No es casual que estos cambios se propongan para la adolescencia: "El cambio de las agujas del reloj biológico se da a partir de la pubertad". 

"De hecho, este retraso de fase también es un marcador de la adolescencia. Uno podría decir que comienza después de la pubertad, pero no cuando termina. Hoy en día, muy tarde", enfatizó el doctor Golombek. 

"Pero podríamos decir que culmina como un marcador posible cuando ese retraso del reloj biológico comienza a detenerse, e incluso a adelantarse, más o menos hacia los 20/21 años de edad" cerró.