Federico Sturzenegger, el nuevo ministro encargado de la reforma del Estado, está generando un gran desconcierto en el gobierno. Un funcionario que se reunió con él recientemente expresó su arrepentimiento: "Ahora estoy más afuera del gobierno que antes de conocerlo", lamentó. Este sentimiento se refleja en diversas áreas del gabinete, donde se teme que Sturzenegger vaya más allá de lo anticipado y afecte a todos los sectores.

Javier Milei ha respaldado a Sturzenegger, apodado "el coloso", para llevar a cabo una desregulación del Estado. Sin embargo, la misión parece inclinarse más hacia un desmantelamiento que hacia una simple reforma. Sturzenegger se ha presentado como un "topo" destinado a destruir el gobierno desde adentro, una visión que ha generado alarma.

Hasta ahora, la gestión de Sturzenegger se ha limitado a anuncios menores que no reflejan el impacto esperado del DNU de diciembre. Entre sus propuestas figuran la liberación de drones, el cierre del INADI (ya supuestamente cerrado) y una "ley hojarasca" aún no presentada al Congreso.

A pesar del temor que inspira, Sturzenegger no ha implementado cambios significativos, y su labor se ha centrado en medidas menores. No obstante, se prevé que su rol se vuelva más prominente, según admiten en la Casa Rosada. La perdida de impulso reformista que se esperaba tras el DNU y la ley bases se atribuye, en parte, al desgaste de la gestión de Milei.

Sturzenegger está tomando atribuciones que rivalizan con las de un jefe de Gabinete, interfiriendo en los ministerios de Defensa y Seguridad. Su enfoque se basa en reducir el tamaño del Estado y eliminar dependencias, generando una creciente preocupación entre los funcionarios.