"Es imprescindible que el ámbito de la salud esté presente en el mundo de las personas mayores"
La funcionaria nacional habla de la situación de pandemia en particular donde que hubo que redefinir agenda y prioridades. Las residencias para adultos, el acceso a la salud y los prejuicios. El desafío sigue siendo visibilizar la vejez.
A un año de su asunción y en un contexto de pandemia, la ex jefa regional del PAMI y ex presidenta del PJ en Olavarría define que "es imprescindible que el ámbito de la salud esté presente en el mundo de las personas mayores" y en ese camino desembarcó en esta nueva Dirección desde donde busca darle más visibilidad a la vejez con un enfoque integral de esta población de adultos que tiene más de 60 años.
Hasta inicios del año pasado, solo existía en el Ministerio de Salud un programa que dependía de enfermedades crónicas no transmisibles, "un concepto ligado a la enfermedad cuando en realidad lo que se necesita es tomar medidas de prevención y de promoción para que el envejecimiento -esta fase del curso natural de la vida- se viva en plenitud y con el menor grado de dependencia posible".
Con una visión sociosanitariasta, Capuano habla de la pandemia, el confinamiento, el maltrato y el abuso en personas mayores, la vulneración de derechos, la necesidad de una normativa que regule a las residencias para adultos mayores y los prejuicios; en medio de una resolución de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que incorpora a la vejez dentro de la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades, con vigencia a partir de enero próximo (ver aparte).
En este marco, la funcionaria nacional expone que esta determinación "justamente lo que hace es potenciar el maltrato y el abuso en las personas mayores en este sentido".
Explica que "una de las formas de maltrato más comunes que existen hacia la persona mayor es lo que se denomina viejismo (un término que se adoptó en la Argentina este termino) o edadismo en el resto del mundo".
El "viejismo"
¿Qué es el viejismo? "es una construcción social imaginaria que la sociedad tiene acerca de lo que es la vejez. Entonces, a partir de ahí, se construye un estereotipo que lo que vos pensás y se constituye en un prejuicio. Después viene el maltrato o el tratamiento desigual hacia una persona solo por su edad cronológica avanzada", define Adriana Capuano.
Esto, por ejemplo, se evidenció en pandemia. En Olavarría, en el marco de la emergencia sanitaria, en un momentose había estipulado un horario diferenciado para que los Adultos Mayores concurrieran al supermercado o en CABA, quienes tenían más de 60 años tenían que pedir permiso por teléfono para poder salir. Cuestiones que, por supuesto, generaron una reacción inmediata en base a una medida "totalmente tomada por la edad de esa persona sin tener en cuenta la posibilidad de decidir de esa persona".
Por otra parte, tampoco se tuvo en cuenta los datos estadísticos porque "en la peor época de la pandemia solo el 14% de las personas de más de 60 años se contagiaba y a veces en Olavarría el dato estadístico daba menos. Quiere decir que las personas mayores se estaban cuidando adecuadamente, respetaban las consignas de aislamiento, el barbijo y el distanciamiento. Lo que sucedía era que si bien el porcentaje de contagios respecto a la población total era bajo, la cantidad de fallecidos en porcentaje subía a un 86% por las condiciones de las personas mayores y el efecto que la Covid tiene sobre este grupo etario".
Con la vacunación masiva de personas mayores, "increíblemente ya se ve la disminución fuerte de la tasa de letalidad en este grupo: terminamos el 2020 con una tasa de letalidad en personas mayores del 16% y hoy hay tasas inferiores el 9%".
Una agenda marcada por la pandemia
"Esta enfermedad impactó de lleno en las personas mayores", resume Adriana Capuano en referencia a la planificación que hubo que hacer en la Dirección a dos meses de la incorporación en el organigrama nacional. Hubo que cambiar prioridades y redefinir la agenda.
Desde la misma declaración de la emergencia sanitaria "nos pusimos a trabajar junto los referentes de las personas mayores en las provincias, con quienes construimos una red y tomamos como un punto prioritario a tratar el tema de las residencias para personas mayores, porque en ese momento ya llegaban datos de países europeos que habían vivido una catástrofe en las residencias. Dicen que más del 60% de los fallecimientos habían tenido lugar en estas residencias y en Canadá, por ejemplo, más del 80% de los fallecimientos ocurrieron en residencias".
La debilidad en nuestro país estaba atravesada por una realidad que marca que el 50% de las residencias están sin habilitar, y por ende sin fiscalizar. Pero "había que hacer un soporte, había que colaborar y ayudar, teníamos que llegar con insumos médicos, con equipos de protección, con capacitación, con recomendaciones y protocolos para evitar brotes y fallecimientos".
En este camino, se trabajó en conjunto con Nación, provincias y municipios, y este trabajo "dio sus frutos porque aún en este grado de precariedad que existe en Argentina, el porcentaje de fallecimientos fue muy menor a lo que se estaba visualizando en los países desarrollados".
¿La clave? "Tuvo que ver con un gran trabajo que hicieron los sistemas sanitarios locales que estuvieron atentos no solo a lo que ocurría dentro de las residencias sino también armando redes de derivación por ejemplo. Esto permitió abordar no solamente el primer brote sino ahora el segundo".
Para Capuano, "una persona mayor merece el mismo respeto y asignación de recursos críticos que cualquier otra persona de cualquier edad".
Respecto a esta situación, Argentina está trabajando en la construcción de una normativa nacional que de un marco regulatorio a las residencias. Se estima que el 80% de estos hogares en el país son privados y escapan a las redes estatales y específicamente del Ministerio de Salud que es quien debe habilitarlas y fiscalizarlas.
De todas maneras, los datos que aporta el Indec reflejan que entre el 2 y el 3 por ciento de las personas mayores vive en residencias y "un gran porcentaje, el 98% vive en comunidad".
Por más visibilidad y más derechos
Hay varias puntas sobre las cuales trabaja la Dirección de Personas Adultas y Mayores. Una de ellas tiene que ver con mirar a la vejez de una manera integral, de ahí que se está desarrollando un trabajo con Uruguay "que es un país que tiene su ley de cuidados integrales".
En otra línea, "estamos trabajando y colaborando con el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades que trabajan en un sistema de cuidados nacionales que involucran a todas las edades. Nosotros aportamos en las acciones de cuidado para las personas mayores, esto por supuesto siempre con una perspectiva de género, teniendo en cuenta que las personas que en general viven mas años son las mujeres, o sea que hay una feminización de la vejez".
Además, se trabaja con la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y las provincias para analizar el abordaje de la persona mayor en territorio. Es decir, "desde el primer nivel de atención y con equipos multidisciplinarios para tomar todas las dimensiones de una persona mayor".
En general "la persona de más de 60 años que necesita atención médica lo hace a través del médico de cabecera, pero se pierde la oportunidad de tener un abordaje interdisciplinario y acorde a sus necesidades. En esto también estamos trabajando con la idea de abordar a la persona mayor desde el primer nivel de atención, como se hace con el niño sano en las salas de Atención Primaria de la Salud o en las salitas donde hay acciones especificas de atención".
Con todo, lo que se busca es dar más visibilidad a la vejez. "Desde el 2017 rige en Argentina la Convención Interamericana de Derechos Humanos de las Personas Mayores que incorpora derechos específicos para este grupo etario. Habla de estas cuestiones del viejismo, los cuidados de larga estadía, los derechos respecto a cómo debe ser atendida la salud de las personas mayores; pero también del derecho a la educación, la participación política, la vivienda y todo lo que hace a un envejecimiento digno".
"Un retroceso enorme"
La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha incorporado a la vejez en el código internacional de las enfermedades. Se trata de una clasificación que es utilizada por los médicos para establecer códigos de enfermedad o en el certificado de defunción.
Esta Clasificación cuya siga es CIE-11, se realizó en 2019 pero recién se dio a conocer hace poco y entrará en vigencia en enero próximo. Es el MG2A vejez en el Capítulo 21 de “síntomas, signos y hallazgos clínicos no incluidos en otro lugar de clasificación”.
Lo que hace es "vincular directamente a la vejez con la enfermedad, con lo cual para nosotros es un retroceso enorme", resume Adriana Capuano.
Esta Clasificación Internacional de Enfermedades se va actualizando y está deteminada por un grupo de expertos y técnicos de la OMS, a la que adhieren todos los estados parte. Es decir, la mayoría del mundo.
Allí, entonces, "se establecen los diagnósticos de enfermedades y causas de muerte de las personas en el mundo entero. Se introduce un código que se involucra en una categoría que engloba síntomas y signos no clasificados en otra parte. En este caso sería vejez".
En esta línea "lo que significa es que directamente ponen a la vejez en una situación de enfermedad. Y la gravedad es que, en primer lugar, cualquier persona mayor de 60 años que fallezca se puede certificar directamente a la vejez como la causa. Así nos vamos perder de investigar cuáles son las enfermedades que realmente producen el deceso de las personas mayores y de esa manera investigarlas, porque una persona mayor puede fallecer por las mismas causas que el resto de la población".
Por otro lado, "hay entidades específicas propias del envejecimiento que se clasifican en el mundo de la geriatría. Por ejemplo, los grandes sindromes geriátricos o la fragilidad y que no están incluidos en el código internacional".
Capuano plantea, además, una paradoja: "justo la OMS en sintonía con la ONU declaró el decenio del envejecimiento saludable para los años 2021-2030".
El planteo es que "el envejecimiento saludable no significa ausencia de la enfermedad, sino que la persona puede seguir haciendo lo que quiere y los que desea en la situación en la que se encuentre y además teniendo en claro que una persona que desarrolle distintos grados de dependencia no significa que no sea absolutamente autónoma y dueña de seguir decidiendo hasta el último día de su vida".
De ahí que esta decisión haya "convulsionado un poco al mundo de la gerontogeriatría y ha tenido manifestaciones en el mundo entero".