"El libro siempre fue para él más que para Estela. Fue a partir del deseo de Estela, pero fue escrito para el día en que él apareciera y se le restituyera su identidad", cuenta, y reconoce que con su aparición "sentí que se cerraba un círculo más de esta espiral en la que estamos. Para mí ya había sido importante el hecho de terminarlo, armar todo este rompecabezas y poder entregárselo a Estela".

"Me contaron muchas anécdotas de Laura y todos aluden a distintos aspectos", dice María Eugenia Ludueña, y recuerda que junto con un grupo de compañeras le dieron refugio a otra que se encontraba embarazada y cuya pareja estaba desaparecido. Poco después la mujer comenzó con el trabajo de parto y fue Laura, junto con un compañero, quienes la acompañaron a un hospital, arriesgándose a terminar detenidos, para que pudiera parir a su hijo. La mujer sobrevivió y también su hijo, y su pareja fue liberada luego.

"Laura era muy terca. Cuando se le metía algo en la cabeza iba hasta las últimas consecuencias, me contaba Estela. A los 13 años le dijo que tenía novio y que el novio tenía 18. Que si quería que lo asumiera, si no le podía mentir", cuenta la autora sobre la joven militante desaparecida, la compañera, la de madre de Ignacio Guido, la hija de un símbolo de la lucha contra el olvido.