El analista económico Gonzalo Chávez advirtió sobre la compleja situación inflacionaria que atraviesa Bolivia, calificándola como un problema estructural y multidimensional, que se ha visto agravado en los últimos meses. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la inflación en octubre fue de 1.64%, mientras que la acumulada en lo que va del año se sitúa en 7.26%, y la inflación de alimentos ya alcanza 9.68% en 12 meses. Chávez considera que la inflación general podría superar el 10% para fin de año y que la de alimentos alcanzará o superará el 11%.

La inflación reprimida: un dique roto

Chávez explicó que la baja inflación que se había registrado en Bolivia en los últimos años fue artificial, sostenida por dos “diques de contención”: el tipo de cambio nominal fijo y los subsidios a los hidrocarburos, ambos financiados por las reservas provenientes del gas. Ahora, con la disminución de estas reservas y un tipo de cambio paralelo que ronda los 10.5 a 10.6 bolivianos por dólar, el país enfrenta una inflación elevada que ya no puede contenerse.

Este cambio en el tipo de cambio hace que los productos importados, que antes llegaban a precios bajos gracias a un dólar barato, ahora sean significativamente más caros, contribuyendo directamente al aumento de los precios. La pérdida de reservas y la presión en el mercado cambiario se traducen en productos importados un 50% más caros, lo que impulsa la inflación.

Subsidios y escasez de recursos

Chávez también señaló que los subsidios a los hidrocarburos, otro de los mecanismos utilizados para contener los precios, ya no son sostenibles. La reducción de ingresos por exportación de gas ha hecho que la capacidad del Estado de subsidiar el combustible y otros insumos disminuya, contribuyendo a la escalada inflacionaria.

Impacto de factores externos y el conflicto político

Además de los factores internos, el aumento de precios ha sido impulsado por otros factores, como eventos climáticos adversos, el contrabando y los incendios recientes, que también han tenido un efecto en la inflación. No obstante, Chávez destacó que las expectativas de inflación se ven exacerbadas por el conflicto político en el país. “Las peleas políticas y la incertidumbre sobre el futuro económico generan un ambiente de expectativas inflacionarias”, comentó. Estas expectativas a su vez incrementan la presión en los precios, ya que la percepción de una inflación elevada induce a empresas y consumidores a aumentar sus precios.

Expansión monetaria: un “acelerador” de la inflación

Otro factor que Chávez identifica como un “propagador” de la inflación es la expansión monetaria que el gobierno ha llevado a cabo durante los últimos 12 años para financiar su déficit fiscal. Esta inyección de dinero en la economía contribuye a acelerar el alza de precios, especialmente en un contexto donde los precios ya han comenzado a subir.

Inflación estructural y perspectivas para el futuro

En conclusión, Chávez sostuvo que la inflación en Bolivia es un fenómeno complejo que va más allá de los conflictos sociales recientes y de los bloqueos en el país. Es un problema estructural que probablemente se mantendrá en los próximos meses, impulsado por la falta de dólares, los altos costos de la gasolina y los problemas ambientales. La combinación de estos factores, junto con la expansión monetaria y las expectativas de inflación, plantea un desafío significativo para la economía boliviana en el corto y mediano plazo.