Cuna de Valientes y Tumba de Tiranos.
Por Martín Fabbri Zeballos. Abogado Constitucionalista
Hoy en el recordatorio del 215 aniversario del grito libertario del 16 de julio de 1809 es un honor poder reflexionar sobre el apelativo que ha acompañado a nuestro querido Departamento durante generaciones: "Cuna de Valientes, Tumba de Tiranos". Este título no es casualidad, sino el resultado de una rica historia marcada por actos de heroísmo y resistencia que han forjado la identidad de La Paz y los paceños.
Desde su fundación en 1548 por Alonso de Mendoza, La Paz ha sido escenario de importantes eventos históricos que han demostrado el coraje y la determinación de sus habitantes, uno de los momentos más significativos fue la Revolución de 1809, un movimiento precursor de la independencia de Bolivia. El 16 de julio de ese año, los paceños, liderados por Pedro Domingo Murillo, Basilio Catacora, Buenaventura Bueno, Melchor Jiménez, Mariano Graneros, Juan Antonio Figueroa, Apolinar Jaén, Gregorio Lanza, Juan Bautista Sagárnaga, Simona Manzaneda y Vicenta Juaristi Eguino se levantaron contra el dominio colonial español. Este acto de valentía fue un hito que inspiró a otras regiones a luchar por la libertad y la independencia.
El legado de los héroes de 1809 es un recordatorio constante del espíritu indomable de La Paz. La plaza principal de la ciudad lleva orgullosamente el nombre de Pedro Domingo Murillo, y cada año, en la fecha de la revolución, se conmemora su sacrificio con una serie de actos cívicos y culturales que reviven la memoria de aquellos días de lucha y esperanza.
La frase célebre de Murillo, "Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar. ¡Viva la libertad!", pronunciada antes de su ejecución el 29 de enero de 1810, resuena profundamente en la memoria colectiva de los bolivianos. Esta "tea" simboliza el espíritu revolucionario que encendió la llama de la libertad no solo en La Paz, sino en toda Bolivia. Según las crónicas, mientras Murillo era llevado a la horca, sostuvo con firmeza que su sacrificio no sería en vano y que el impulso por la independencia continuaría ardiendo en los corazones de los paceños.
La Paz no solo ha sido testigo de este acto de valentía, sino también, de constantes inestabilidades políticas, especialmente durante el siglo XX, la ciudad se convirtió en el epicentro de numerosos golpes de estado que sacudieron a Bolivia. El 17 de julio de 1946, el presidente Gualberto Villarroel fue derrocado y linchado por una turba en la Plaza Murillo, un evento que marcó el inicio de una serie de alzamientos militares y cambios abruptos de gobierno que definieron la política boliviana durante décadas. Asimismo, figuras como René Barrientos y Hugo Banzer encabezaron regímenes autoritarios que dejaron profundas cicatrices en la sociedad. Estos líderes, con sus políticas represivas, encarnaron el lado más tiránico del poder, forjando un legado que aún resuena en la memoria colectiva del país.
A pesar de esta tumultuosa historia, La Paz también fue el escenario del renacimiento de la democracia en Bolivia. El 10 de octubre de 1982, después de años de dictaduras, Hernán Siles Zuazo asumió la presidencia tras elecciones democráticas, marcando el comienzo de una nueva era para el país. Este retorno a la democracia fue un hito que demostró la capacidad de la sociedad boliviana para superar sus desafíos y avanzar hacia un futuro más justo y libre.
La Paz, con su geografía desafiante y su altitud imponente, parece haber moldeado el carácter de sus habitantes, quienes han demostrado una y otra vez que están dispuestos a enfrentar cualquier adversidad con valentía y determinación. Es por estas razones que La Paz ha sido, y sigue siendo, conocida como "Cuna de Valientes y Tumba de Tiranos".
Esta rica herencia de coraje, sacrificio y redención no solo es un motivo de reflexión para los paceños, sino que también es un legado que inspira a las futuras generaciones a seguir defendiendo los valores de libertad y justicia que han caracterizado a nuestro Departamento desde sus primeros días.
En un tiempo en el que es crucial recordar y honrar nuestro pasado, invito a todos los bolivianos y en especial a los paceños a reflexionar sobre el significado de ser parte de esta tierra de valientes, y a continuar trabajando juntos por un futuro donde estos valores sigan siendo el pilar de nuestra identidad que acompañados de una buena educación puede ser el inicio de un futuro donde prime la democracia, el respeto y la honradez.