Silvana Melo

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Eduardo Cerdá es un ingeniero agrónomo peculiar que hace más de veinte años eligió un camino alternativo al de un modelo de producción que agota la tierra y se cimenta en los venenos. Con esa formación que hasta ahora ofrecen muy pocas universidades, puede pararse en una vereda diferente ante la reacción adversa de los ruralistas de Entre Ríos. Que hace apenas días resucitaron sus herramientas de protesta ante la sentencia judicial que prohíbe la fumigación aérea a tres mil metros de las escuelas rurales y a mil en el caso de que sea terrestre. Los productores aseguran que 280.000 de ellos se verán imposibilitados de producir, a partir de las casi mil escuelas (entre primarias y secundarias) diseminados en los campos entrerrianos.

Cerdá considera a esta queja "una falacia" porque se puede producir de otra manera. Y puede exhibir argumentos concretos y exitosos: los campos La Primavera en Pirovano, Partido de Bolívar, y La Aurora en Berazategui, entre otros muchos, que han logrado producir sin agroquímicos y con una rentabilidad superior.

-¿Por qué razón este modelo productivo se basa en los venenos?

-Porque ha tenido una mirada muy simplista y no ha entendido a la naturaleza. Se contó con productos como el glifosato que era un herbicida total y se creyó que con un herbicida así, que mataba todas las malezas, no se iba a generar resistencia. Pero en la naturaleza, siempre queda un porcentaje que no muere y se reproduce. Esa es la forma que tiene de resistir, si no con todo lo que se ha hecho estaría mucho más devastada. En los últimos años ha cambiado el sistema inmunológico de la naturaleza y hoy tenemos 34 malezas resistentes al glifosato y otros principios. Antes se usaban uno o dos litros al 48% y hoy están por arriba del 60 % en concentración. Hay zonas que están usando hasta 12 litros por hectárea. ¿Cuál es la solución?. ¿Seguimos sumando, cada vez más? ¿A cuántos litros llegaremos, a 20? Ya estamos casi en 400 millones de litros de glifosato por año; no hay posibilidad de que nuestro sistema pueda metabolizar tantos litros. Por eso el trabajo de científicos internacionales, de la Universidad de La Plata, han encontrado que hay glifosato en las nubes. Nosotros tenemos mucho trabajo en el particulado del polvo de la tierra, en el agua, prácticamente los agroquímicos nos atraviesan molecularmente en los alimentos, en el aire, en el agua.

-¿Por qué la queja de los productores entrerrianos frente a la legislación que restringe la fumigación "es una falacia"?

-Nosotros estamos produciendo igual y sin agroquímicos. Para ellos sería mucho más beneficioso producir los mismos rendimientos pero sin tener que gastar en insumos que están dolarizados. Yo vengo de Trenque Lauquen y se están perdiendo todos los tambos porque hace muchos años que han creído que la tecnología y el alto rendimiento los iban a ayudar y lo que hace es endeudarlos totalmente. Porque tienen que comprar todo lo que son insumos que han aumentado en dólares para vender productos como la leche que es en pesos. En lo que tiene que ver con los otros productos, nosotros estamos en 60 mil hectáreas produciendo bien, igual que lo que se producía y con la mitad de costo. Es decir que el margen es el doble. No entiendo por qué dicen que no se puede producir. Tal vez hayan leído una sola biblioteca.

-Este tipo de producción, ¿es una imposición desde las compañías multinacionales que venden la semilla y el agroquímico?.

-Y bueno, pero si los productores no entienden de dónde viene el mensaje... lo lamento por la falta de formación de sus dirigentes.

-¿Por qué la agroecología, es decir la producción alternativa sin agroquímicos, no es aceptada por la mayoría de los productores?

-Porque hay un cerco mediático muy grande. Pero cuando nosotros vamos y damos las charlas los productores se entusiasman mucho. Di tres charlas en Trenque Lauquen y los productores se acercaban para contratarme, porque querían trabajar. Lo mismo pasa en Córdoba, en Río Cuarto... escuchan cómo lo estamos haciendo y se suman. Lo que pasa es que no hay tanta gente difundiendo este mensaje. A pesar de la falta de apoyo seguimos creciendo y creciendo a pesar de la limitante que es no tener profesionales formados en esta temática. Porque muy pocas facultades están enseñando agroecología. Para entender la naturaleza hay que dotarse de algunas herramientas que no tenemos. La observación, la admiración por la naturaleza, entenderla no como dominio, como utilidad, sino como forma de compartir un espacio común. Hay que estar más cerca de ese ambiente con el que estás trabajando. Y eso no se construye con un curso o dos charlitas. Es un proceso interno que cada uno tiene que hacer.

-¿Cuál es la alternativa para producir sin agroquímicos?

-Con agroecología. Azul ya tiene una materia en la Facultad de Agronomía. Ahora me pasa que todos me consultan a mí porque hace 28 años que estoy en el tema, he escrito libros. Ahora la FAO reconoció a La Aurora, en Benito Juárez -cerca de Olavarría- como una de las 52 experiencias exitosas de agroecología en el mundo. Y La Aurora hace 28 años que trabaja y los rendimientos son muy buenos y con un costo muy estable que es la mitad de lo que usan los productores. Lo estamos llevando a otros lugares y está pasando lo mismo. Y pensás cómo nos han engañado. Estuve recorriendo un campo en Entre Ríos con el que empecé a trabajar en el 2015. Nos reíamos con un productor porque en una charla hace dos años en Larroque me dijo "si vos hacés andar ese campo yo te hago una estatua porque es el más deteriorado de todo Gualeguaychú". Y ahí estaba el productor y le dije "vas a tener que contar la historia porque mirá qué lindo que está el campo. Lo hicieron andar, eh?".

-¿Hay un divorcio absoluto entre la agroecología y la necesidad de los grandes productores de ganar mucho dinero sembrando soja?

-A los profesionales y a los productores nos fueron llevando hacia ese lugar, primero haciéndonos creer que no pasaba nada, que al glifosato te lo podías tomar, que desaparecía... Y uno decía ¿cómo que desaparece? ¿dónde desaparece? Si la física dice que todo se transforma y no desaparece. Y es cierto. Se transformaba en ampa, que es un metabolito. Estamos encontrando glifosato en la orina de mucha gente, entonces decís ¿cómo que desaparece? Y está en el río Paraná, en el algodón, en el maíz, en la soja, en el trigo. Y entonces nos mintieron y mucho. Porque uno utilizaba esos productos y seguramente tiene agroquímicos en el cuerpo. Yo trabajé en Tres Arroyos y cuando fui éramos 150 ingenieros. Y he llegado a contar 16 que fallecieron por cáncer. Estamos hablando de más del 10 %. Es una locura. Y sin embargo te cuestionan. Muchos se aferran a eso por no conocer, por creer que no hay posibilidades. Y dicen "yo estoy asesorando en este modelo y si tengo que asesorar de otra manera cómo hago, dónde lo aprendo? ¿quién me lo enseña?".

-¿Se puede sembrar soja y, a la vez, practicar la agroecología?

-La soja es la más complicada. Pero en La Primavera, en Bolívar, hacen 1000 hectáreas de agricultura y hacen 500 de soja; usaban 9000 litros de glifosato. Bajamos a 4800, después a 3000 y este año usamos 1700. Es una diferencia impresionante. No la hemos descartado totalmente pero de 9000 a 1700 es mucho. Y los rendimientos... hace 3 años están en los más altos de la zona. Es decir, los dos años anteriores promediamos 3000 kilos que para la zona es mucho y este año promediamos 1400 pero nadie más pasó de 1400. Y todos gastaron más de 300 dólares por hectárea. Y nosotros, 150.

-La pregunta, entonces, es ¿cómo se hace?

-Primero, recuperando la fertilidad. Una secuencia maíz-soja es totalmente extractiva, es minera. Y constantemente necesita de la falopa. Porque esto no es remedio, esto es falopa. Y si cada vez precisamos más, es falopa. No me vengan a decir otra cosa. Porque si es un remedio, lo tomo, me curo y no tomo más. Entonces si vamos hacia más y más, estoy en un concepto de campo drogadicto. Nosotros trabajamos en la salud. Primero que nada, recuperando la salud de los suelos. Y lo hicimos en muy poco tiempo. Entonces mejoran los rendimientos, tenemos diferencia entre lotes que hemos dejado de testigo con lotes mejorados, de 700 kilos en soja. Que es muchísimo.

-Y no se destruye el suelo...

-Sí, totalmente. Y además, el productor dice: tengo más tiempo. El otro día un tambero decía: "ya ni sé el precio del glifosato. Si no fuera que entré en la agroecología no podría dormir de las deudas que tenía. Porque tuvimos un año que nos inundamos, que perdimos todas las alfalfas, un año de seca y, sin embargo, el campo está hermoso. Y hemos logrado recomponerlo gracias a los cultivos asociados, a las estrategias agroecológicas". Y eso se lo decía a otros productores. Y los productores le decían: "nosotros no sabíamos que estabas haciendo esto. Pero ¿cómo? Yo soy vecino tuyo y no sabía que estabas haciendo esto". El les decía: "yo les dije y no me escucharon".

-¿Puede la agroecología como sistema convertirse en masiva?

-No tengo esa expectativa. Es muy difícil porque la presión es muy grande, está en juego la plata de 3 ó 4 que tienen el 90 % del capital y es un circuito muy cerrado. Yo confío en que cada productor y cada profesional entienda que lo mejor es no andar tocando ni llevando en las camionetas tanto agroquímico que a la larga, con plata o sin plata, te lleva puesto igual y en vez de que las ciudades se preocupen por hacer más hospitales para tratar el cáncer, que al menos estén más lejos. Ese productor que produce bien y que tiene más renta, cuando lo ve, no cambia. Hay que llegar al sentimiento de esa persona. Pero del que quiere ver. Del que tiene ganas de hacer ese cambio. Si no, ni vamos. No hacemos nada. Hace muchos años, en el 98, fui el director de producción de Tres Arroyos, después fui director del Plan Estratégico y me cansé de pelear. Decían que era una cuestión política. Y está escrito en un libro: en el 2000 ya decíamos que los costos se iban a cuadruplicar mientras que los rendimientos apenas se duplicarían. Entonces ¿para quién es el negocio? Para los que venden los insumos de esos costos. Ya pasaron 18 años desde que lo escribimos. Una de las cosas que yo más rescato es que la agroecología te enseña a pensar, a salir un poquito de la dependencia, a ser ciudadanos que sienten y que valoran lo que es la Pachamama, la tierra, el lugar, nuestra casa y desde ese equilibrio, lograr un mejor alimento, más sano. Porque esto nos está enfermando a todos.