"Hoy en día leemos mucho de genética, pero a veces nos cuesta ver los resultados en el campo cuando no hacemos un seguimiento de los logros alcanzados en la materia", explica el médico veterinario Eduardo Alem, titular de la cabaña local Udalem especializada en la cría de Angus.

Según el veterinario Alem, la necesidad de encontrar herramientas para mejorar la productividad es una cuestión intrínseca a la actividad. "Si hacemos un poco de historia, desde que se comenzó a criar ganado con destino comercial se está estudiando cómo se puede producir más y mejor. Ya en la Gran Bretaña, en el siglo XVI, Vaquewel cruzaba "lo mejor con lo mejor", fenotípicamente hablando, entendiendo como fenotipo a los rasgos que vemos a simple vista cuando miramos a un animal", explica.

"Lógicamente, las crías de estos animales no siempre resultaban ser lo esperado en cuanto a índices productivos, porque dichos animales, por más que eran muy importantes, tenían mucha dispersión genotípica" agrega.

Para Alem, el gran avance estuvo dado cuando se comenzó a estudiar a la descendencia o progenie, pasando los reproductores a valorarse no tanto por su fenotipo individual, sino por las crías que daban. Es decir, estudiando el genotipo (el paquete cromosómico que contiene un animal en sus células, del cual depende en definitiva su apariencia externa) se empezó a evaluar la previsibilidad fenotípica.

Cambio de rumbo

El Dr. Eduardo Alem reconoce que el tema le resulta apasionante, y remarca que en este cambio de orientación fue donde se sembraron las semillas de los procesos de mejoramiento genético actual, ya que los primeros rasgos estudiados fueron el peso al nacer, al destete y adulto, la altura, circunferencia escrotal, habilidad materna y algunos otros índices de las crías.

"Hoy se sabe que hay rasgos altamente heredables. Un reproductor va a ser más confiable cuando más cantidad de progenie estudiada tenga y cuando menos dispersión haya en los índices esperados", menciona.

"Actualmente se está seleccionando por productividad de la progenie, ya no nos interesa tanto tener las vacas que más leche produzcan, sino cuánto comen para producir un litro de leche o un kilo de carne", explica, agregando que actualmente se pueden tener datos hasta del costo de mantenimiento que va a tener la descendencia de cierto reproductor, o sea, la cantidad de pasto que va a comer por día un futuro vientre para mantenerse en producción, o que eficiencia de conversión van a tener los futuros novillos.

Por ello, Alem remarca que es sumamente importante tener en cuenta esta información a la hora de emprender un mejoramiento genético del rodeo, para evitar falsas expectativas o decisiones equivocadas. "Elegir el reproductor que se adecue a nuestro sistema de producción, nos lleva a ser más eficientes produciendo carne o leche. También tenemos que tener en cuenta sobre qué vientres vamos a utilizar estos reproductores, cuánto más puro, estable, seleccionado por producción, sea un rodeo de madres, más rápido vamos a lograr los resultados esperados", afirma.

Estabilidad genética

Eduardo Alem insiste en que todo productor que apunta a lograr un rodeo más eficiente, necesita como clave lograr una buena base de estabilidad fenotípica, y eso no es un punto de partida sino un resultado directo de la estabilidad genética.

"Con madres estables genéticamente, mejor se van a expresar los genes del toro superior que utilicemos, ya que la dispersión va a ser menor. No siempre los animales más importantes a simple vista son los que mejor productividad transmiten a sus crías", enfatiza.

"El fenotipo depende del potencial genético, pero también de la preparación, alimentación, cuidado y demás que se ha brindado al reproductor, y esto no se hereda y nos puede confundir. Cuántos más precisos sean los datos de progenie que acompañan a un reproductor, más se nos va a facilitar la elección para el sistema de producción y tipo de campo que tengamos"

Respecto del plantel de madres, Alem recomienda no descuidarlo nunca, ya que cuanto más puro y seleccionado sea el rodeo, más confiable y rápida va a ser la expresión del paquete genético que incorporemos. "Un toro lo podemos cambiar en cada inseminación, un rodeo de vacas no. Antes elegíamos toros chicos para vaquillonas, hoy elegimos toros que den terneros chicos al parto con muy buen potencial de crecimiento y engorde posterior", indica.

"Antes elegíamos vacas chicas para campos de poca producción y calidad de forrajes, perdiendo muchos kilos de ternero. Hoy podemos elegir vacas de bajo mantenimiento, fértiles, pero sin perder potencial de producción en dichos campos", agrega.

Desde su experiencia, el Dr. Eduardo Alem propone que los productores ganaderos tengan en cuenta las cuestiones vinculadas a la genética y no tanto al fenotipo del reproductor. "Con estas herramientas podemos modificar el concepto de elegir animales imponentes a simple vista, sin evaluar costos, a la elección de animales de mayor eficiencia de producción bajo las condiciones disponibles en nuestro campo", concluye.