Daniel Lovano - dlovano@elpopular.com.ar

En su avance devastador la pandemia no pudo con la fe ni con el amor por Jesús de los chicos, chicas y sus referentes de la Comunidad de Jóvenes de la parroquia San Vicente, pero sí condicionó algunas manifestaciones y algunos actos en su nombre.

"Nosotros estamos en una comunidad juvenil hace ya 7 años. Arrancamos en el 2014 haciendo un retiro espiritual y de impacto para jóvenes que se llama cenáculo, que la idea es acercar más jóvenes a Jesús" explicó María Emilia Vales, coordinadora del grupo.

"Con la pandemia en 2020 estuvimos a punto de hacer uno de los que llevamos a cabo a principios de año con una convocatoria de 100 pibes en cada encuentro, y el día anterior a que arranque debimos suspenderlo porque se veía que ya se venía la cuarentena. Fue un año muy complicado el pasado, y éste también costó mucho remontarlo" lamentó.

El padre Andrés primero, el padre Estanislao ahora son eslabones imprescindibles de esta movida. "Estani siempre se pone la 10, como lo hacía Andrés en su momento. Siempre disponibles, acompañando, nos ayudan a conseguir donaciones" graficó María Emilia.

La comunidad juvenil San Vicente desarrolla diversas actividades pastorales, una de ellas en el Barrio Nicolás Avellaneda. "Antes íbamos los sábados a hacer juegos por la tarde, nos estábamos vinculando con algunas familias más cercanas del lugar y cuando se desató la pandemia todo eso lo tuvimos interrumpir, pero observamos que había gente complicada con la comida" reveló María Emilia.

Entonces Emilia, las otras tres coordinadoras y sus pibes pusieron manos a la obra: "Pintamos un merendero, hicimos un comedor e íbamos a cocinar cada 15 días con un grupo de jóvenes. Algunos cocinábamos, los chicos iban a buscar los ''taper'' por las casas y después los volvían a repartir con la comida. Eso fue lo único que pudimos hacer en el tiempo de pandemia". Como si fuera poco...

Casi dos años después del último cenáculo, la convocatoria para el que se llevó a cabo entre 16 y 18 de diciembre costó bastante, y en el medio una fecha compleja por los fines de curso, fiestas y viajes de egresados a la vista o en curso, preparación de las celebraciones tradicionales.

"Fue una linda convocatoria y más el equipo éramos unas treinta y pico. Resultó un ''finde'' muy lindo, con todos los cuidados" celebró María Emilia y puso de relieve el compromiso de los chicos con las medidas sanitarias durante las tres jornadas en el Padre Kolbe.

"Yo trabajo con jóvenes, creo en el compromiso de los y las jóvenes, y ese fin de semana fue una muestra más de ello, porque todas estuvieron con el barbijo puesto todo el tiempo, durante las charlas y los trabajos en grupo, y no hubo que decir en ningún momento que se lo pongan. A veces se los estigmatiza, se los culpa por los contagios, por esto o por aquello, y en realidad terminan siendo ellos los que más se están cuidando" subrayó.

María Emilia formó parte del equipo con chicas de 18 a 23 años de distinta procedencia: empleadas, estudiantes de medicina, de comunicación social, estudiantes para maestras jardineras que componen el staff de la parroquia desde hace mucho tiempo.

"Nos estuvimos juntando durante dos meses para trabajar sobre las distintas charlas y ese fin de semana se concretó todo lo que habíamos preparado durante el bimestre" contó.

Charlas cuyo signo es el sigilo, por lo cual para saber cuáles fueron los temas abordados hay que participar. "Sólo puedo decir que son muy profundas" destacó.

Si bien la comunidad de jóvenes es de la parroquia San Vicente, sus chicos no necesariamente pertenecen al colegio José Manuel Estrada. "De hecho a este retiro fueron un montón de escuelas públicas, como la Escuela 22, Enape, Bancario, Comercio" dijo María Emilia.

El target fue otro dato distintivo de este cenáculo. "Siempre concurrieron pibes y pibas de 16 y 17 años, y en este caso hubo varias de 18 años. Pasaron dos años del último, se ve que quedaron varias del grupo anterior" comentó.

"La idea es hacer otro el año que viene y no sabemos si vamos a poder recuperar lo prepandémico, porque todo cambió. El jueves nos reencontramos con un grupito de distintas camadas que siguen formando parte de la comunidad a pensar ''y ahora qué'', porque hay que renovarse, porque hay que pensar en cosas y en formas nuevas" anticipó.

Todo se hizo y se hace a partir de un centro único para este trabajo social y es Jesús: "Desde la parroquia y desde nuestra fe cristiana nosotros creemos que el acercarse a Jesús y conocerlo nos convierte también en personas más empáticas, nos hace pensar más en el otro, y nosotros incentivamos a los pibes que pasan por la parroquia a sumarse a los espacios de participación de lo que sea -en la misma parroquia, en la escuela, en la política- para poder transformar lo que nos rodea".

"Porque uno conoce a Jesús y no sólo quiere tratar de ser lo más parecido a El, sino vivir la vida lo más parecido a como la vivió. Estamos a años luz, pero uno lo intenta" enfatizó.

María Emilia evaluó como positiva todas las respuestas: "Sea en el retiro, en el barrio, en un campamento, en una actividad de la comunidad, en el comedor, cuando íbamos al Hogar de Ancianos o cuando íbamos al hogar de adolescentes son espacios donde estamos todo el tiempo vinculándonos con el otro y tratando de hacerle bien, y uno también se hace bien".

En definitiva, son las formas de la ''Comu'' de llevar la palabra de Dios. "Nosotros no vamos por la vida hablando de Dios, sino tratando de hacer cosas que hablen por sí solas de El, de hacer actividades en las que se pueda ver que nosotros creemos en Dios. Nuestra forma de comunicar es hacer y eso a veces convoca más que hablar mucho" resaltó.

"A veces se suman chicos y chicas que no creen en Dios, porque después creer en Dios viene solo"

Retomó el regreso del cenáculo luego de tanto tiempo para observar que "a veces se suman chicos y chicas que no creen en Dios, porque después creer en Dios viene solo. Cuando empiezan a ver todo lo que los rodea con otros ojos, con los ojos de la fe, creer en Dios se da por añadidura. Son las formas de llevar el mensaje de Jesús".

Los chicos y las chicas de la Comunidad de Jóvenes de la parroquia San Vicente y sus coordinadores se juntaban todos los viernes, ahora lo hacen todos los sábados a las 19 en la parroquia, donde los pibes arman las charlas y el momento se cierra con una "Adoración Eucarística" con la misión de seguir haciendo a través de los ojos de su fe.